sábado, 9 de junio de 2012

Capítulo 26: Motivos (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<-Esta es nuestra última noche juntos...- Y ante la desconcertada mirada de la joven solo pudo añadir-. Mañana es mi juicio y a estas horas, estaré rumbo a Azkaban.>>

Capítulo 26: Motivos.

Decir que el camino de vuelta a su dormitorio fue una penitencia era quedarse bastante corto, su conciencia la cual solía apoyar cada una de sus decisiones en una unanimidad esa noche quería hacerla enloquecer, su cabeza era como una sala llena de gente con ideas totalmente opuestas gritándolas ferozmente, todos a una, sin ser oídos o dejar que otros lo fueran, ya no importaba lo que dijeran, simplemente gritaban para que los demás no pudieran ser oídos, esto hacía que un leve pitido inundara sus oídos y un sabor ácido le barriera el paladar, sentía unas ganas terribles de vomitar y echarse a llorar... Todo era confuso, pero cuando abrió su dormitorio y lo vio intentando abotonarse la camisa negra no hubo dudas, tampoco conciencia o razón, sus neuronas puede que ni si quiera pudieran llegar a mandar ningún impulso eléctrico, pero ella ya estaba abrazando con fuerzas a Draco, apenas le importaba que el cuerpo del joven estuviera dolorido y demacrado o que ella misma se estuviese haciendo daño en los tendones de tanto forzar sus brazos, solo importaba él, solo importaba que por unos instantes lo tendría en sus brazos y podría percibir perfectamente su calor y ese olor a lluvia que la hacía sentir en paz.
-Lo siento.
Y esas dos palabras de sus labios hicieron que la poca cordura de Hermione volara lejos, muy lejos, junto a su razón y su vergüenza y ni hablar de qué ocurrió con el recuerdo de Ron, en ese momento solo estaba ella besando los labios de Draco, pero no duró mucho, en menos que canta un gallo ella estaba sentada al borde de su cama y Draco terminaba de vestirse de espaldas a ella, no la miraba, pero era obvio por su pose que estaba a la defensiva, cómo un león esperando el próximo ataque.
-No te quiero cerca, sangre sucia- Y tras tan horribles palabras abandonó la sala con un leve cojeo, pero siempre con la mirada al frente y la pose fuerte y poderosa que poseía.
Y así permaneció ella, en trance mirando hacía la puerta, con los ojos desbordados en lágrimas, la respiración agitada y sus manos temblando ligeramente; así la sorprendió el amanecer, muerta de dolor por un rechazo que ni si quiera entendía, por un rechazo que jamás debería haberle dolido y con un monstruo rugiendo en su interior, la ira.
Se levantó de la cama de un salto, aquello le provocó un débil mareo, pero eso no le impidió moverse con decisión. Levantó su colchón y sacó la cartera dónde guardaba el tabaco, que si bien no estaba prohibido para los mayores de edad, era su mayor secreto. Lo cierto es que no había sido tan difícil como imaginaba conseguir cigarrillos en Hogwarts, pero tampoco había sido barato, tres pergaminos sobre los dementores había sido su pago por un cajetilla de tabaco negro, que si bien al principio había hecho arder su paladar, ahora era una bendición.
Encendió tres cigarrillos y los consumió como si de una carrera se tratara, pero la nicotina y el calor del cigarro en sus dedos eran de lo poco que la calmaba en aquellos momentos, haciendo que su pulso volviera a la normalidad. Al quinto cigarro decidió meterse en la ducha, el agua fría la hacía relajarse y pensar con claridad. Sí, una buena ducha era lo que necesitaba y no lloró hasta que estuvo segura que el ruido de sus lamentos y sus lágrimas quedarían ocultas por el agua que caía por su abundante cabello y seguía la línea de su mandíbula y su cuello para seguir descendiendo por su cuerpo delgado y sin formas... Odiaba su cuerpo, odiaba su personalidad, odiaba su pelo, odiaba sus dientes, odiaba su sangre, odiaba, odiaba... Se odiaba a si misma por ser poca cosa para Malfoy, se odiaba por querer ser algo para Malfoy, se odiaba por no comprenderse, se odiaba por ignorar a Ron y se volvía a odiar por ser tan estúpida que ni ella misma pudiese entenderse.
¿Cómo había llegado a ese pozo de mierda en dónde se hallaba? Porque eso era lo que era, un pozo de mierda de proporciones infinitas, tan grande, profundo y maloliente que sólo pensarlo le revolvía el estómago...
Aún recordaba cómo todo era sencillo en su infancia, si cerraba los ojos podía recordar ir al parque de la mano de su padre, ella solía ir dando saltitos para poder alcanzar las grandes zancadas de su padre, él solía silbar alguna canción que saliera en el anuncio del momento, sintiendo predilección por los de pasta de dientes, ella iba sonriendo, siempre risueña, podía verse con un vestido corto de color verde hasta las rodillas agarrado con unos lazos de seda en los hombros, sus zapatos favoritos blancos de salir, y dos coletas de largo y rizado cabello castaño a cada lado de su pequeña cabecita, sosteniendo un helado de moras en las manos... También podía recordar los inviernos con sus abuelos en Francia, podía recordar la guerra de bolas de nieve con su abuelo y cómo su abuela asomaba la cabeza por la ventana de la cocina, haciendo que el olor a chocolate caliente lo inundara todo y siendo motivo de que su abuelo y ella llegaran a una tregua y salieran de sus escondites para ir de la mano hasta la casa, ella siempre riendo y él contándole anécdotas de los últimos meses en los que no se habían visto mientras sacudía la nieve de su castaño cabello recogido en una trenza... Parecía ayer cuando estaba en la cocina con su madre haciendo unas castañas al horno, impaciente de ella que al tomar una se quemó y tuvo una gran quemadura una semana entera... Pero todo cambió el maldito día que aquella carta llegó junto a Pomona Sprout, la profesora de herbología, la cual explicó su situación, era una bruja.
Sólo unos meses después tuvo que abandonar todo lo que conocía, los paseos por el parque, las tardes cocinando con su madre, las canciones de pasta de dientes tarareadas, las peleas de nieve y el chocolate caliente en los días de invierno.
Aquel mismo día conoció a Harry y Ron y comenzó el suplicio, años de maltratos, hasta ellos, sus mejores amigos, se las hicieron pasar putas, pero eso no la impidió perdonar y durante años arriesgar su vida por ellos... Sí, aquel día, ese maldito trayecto en tren lo cambió todo. Desde aquel día todo había sido dolor, lejos quedaron sus sonrisas continuas y su estruendosa risa... Y al fin llegó la guerra, todo ese dolor, el caos, la inseguridad y el miedo habían hecho mella en sus escasa felicidad, todo había adquirido un matiz grisáceo en su vida.
Si debía elegir el peor periodo de su vida seguramente serían los cuatro meses que había pasado en casa tras la guerra, si aún tenía pesadillas nada era comparable con aquellos días; no tenía fuerzas para salir de la cama y permanecer en ella era cómo pasar días siendo torturada. Su solución era no dormir, tomaba pociones día sí y día también para evitar que Morfeo la atrapara y cuando no quedaba más remedio se dejaba vencer, aunque sus sueños no le daban tregua. Fue en una de esas noches cuando ansiosa y desesperada encontró los cigarrillos de su padre y no dudó en tomarlos y consumirlos como si de agua en el desierto se tratara, desde esa noche el tabaco había sido una de las pocas cosas que le daban descansa. Fue un par de semanas antes cuando descubrió la primera de esa corta lista de “relajaciones”, auto lesionarse. Fue una noche al salir de la ducha, había vuelto a tener un ataque de histeria mientras dormía y había recurrido al agua fría para que ahogara sus sollozos y limpiara sus lágrimas y al salir y ver aquellas palabras sintió ganas de morir, realmente no saltó por la ventana porque la caída desde un primer piso no hubiese ayudado en nada... Pero fue entonces cuando sin ser muy consciente de sus actos tiró su bote de sales de baño favoritas al suelo, tomó un de los cristales y descargó su rabia contra su piel, contra esas malditas palabras... Aquellos día nacieron sus secretos más inconfesables...
Siempre que había hablado con Ginny sobre el amor, recordó mientras secaba su pelo con rabia, Ginny le había dicho que era como si tu corazón latiera a un ritmo incesante, casi doloroso al estar junto a esa persona, cómo si la sangre hirviera en tus venas y luego en la distancia añoraras cada palabra y cada sonrisa y su olor te trae mil maravillosos recuerdos; ella no sentía eso con Ron desde hacía mucho tiempo, puede que jamás lo hubiese sentido con nadie, tampoco con Draco, pero desde luego él era el único que la hacía sentir; cuando estaba a su lado sentía latir su corazón como si este jamás lo hubiese hecho, como si en toda su vida hubiese estado paralizado, en desuso, con él sentía por primera vez como sus arterias transportaban sus sangre llenándola de un agradable calor, como si hubiese estado muerta todos esos años y cuando él estaba lejos añoraba su silencio, añoraba ese espacio que los separaba... Porque entre tanto ruido él era calma, como su rostro y sus ojos... Calma y su olor la trasportaba lejos, a esos días dónde su vida parecía corta, cuando cada mañana podía ser la última y la lluvia caía con fuerza sobre las hojas de los árboles, sobre su rostro y eso la hacía sentir viva, porque podía ser lo último que sintiera.
Sí, ella no estaba enamorada de Draco Malfoy, pero le necesitaba, él era su morfina en aquel pozo de dolor, era el único que no la agobiaba con preguntas y palabras vacías, con promesas de amor y fidelidad, tampoco la asfixiaba con cariño y preocupación, simplemente estaba a su lado de una forma que nadie podía entender, estaba, pero lejos. Sí, ella no quería el amor de Ron que la incomodaba, tampoco quería la preocupación de profesores y compañeros, ni el cariño de Ginny y Harry, ella solo quería desaparecer, sentir como su cuerpo se iba desvaneciendo en el aire, como sus formas se perdían en el espacio... Sólo con él podía sentirse insignificante y pequeña en el mundo y eso era lo que su alma herida necesitaba, desaparecer entre la multitud y ser olvidada por todos.
Por eso y solo por eso iría a ese maldito juicio, porque si su morfina desaparecía de la ecuación lo que venía no sería mucho mejor. No lo haría para ahorrarle el paso por Azkaban, tampoco porque lo creyera inocente, ni mucho menos le perdonaba todo, simplemente lo necesitaba, su parte egoísta gritaba con fuerza y demandante que por nada del mundo lo dejara marchar y desde luego, ella no pensaba desobedecerla, acallando de golpe el resto de sus sentimientos y emociones; era hora de pensar en ella.

En el próximo capítulo...
<<Ella era en definitiva una mujer de rutina estricta y había pocos motivos en el mundo para que ella se dignara a cambiar.>>

Info.

2 comentarios:

  1. Ahh! Pobre Hermione! Todo lo que le paso! Y Draco que le dice eso que malo, pero sus motivos tiene :( no puedo esperar para el próximo capitulo!
    Ya quiero ver que sucede!!!
    Nos vemos :)

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