miércoles, 30 de mayo de 2012

Detrás de: "Si alguna vez ocurrió" (Capítulos 16, 17, 18, 19 & 20)

De nuevo estoy aquí para desvelaros más secretos de mi historia "Si es que alguna vez ocurrió" que ya casi va a la mitad de la temporada... ¿Impacientes? Espero que sí.


Capítulo 16_ El nombre, “Ensayos” le va que ni pintado porque en este capítulo podemos ver cómo van nuestros protagonista con el baile y darnos cuentas que para Hermione, por mucho que se esfuerce en que no sea así, cuando está con Draco todo se le olvida... Y Ron no es la excepción.
Capítulo 17_ Bueno, por fin hemos tenido el placer de conocer a Michael Bantz y es que este personaje como he dicho en varias ocasiones va a marcar un antes y un después con todas sus apariciones... Pero de momento sólo podemos ver que en cosa de hacer “Desaire” nieta y abuela tiene predilección con Ron.
Capítulo 18_ “Similitud” es quedarse corto al comparar a Draco con Michael y en poco conoceremos más de este singular parecido, porque Hermione jamás había querido darse cuenta que la persona que más quería, su abuelo, era idéntico a Draco...
Capítulo 19_ Este capítulo nos ha desvelado el secreto mejor guardado de Hermione... Su familia paterna está forrada y ella es la heredera... Desde luego es algo a tener en cuenta que siempre que hay alcohol de por medio uno puede llegar a contar lo que sea, incluso a su peor enemigo... Porque aquella noche hubo una “Tregua”.
Capítulo 20_ “Enemigo” nos deja ver cómo Michael en cierta forma le ha tomado cariño a Draco y cómo es capaz de disimular delante de los amigos de Hermione, además, podemos darnos cuenta de que Hermione cada vez se siente más unida a Draco. ¿En qué terminará todo esto?

Detrás de los próximos capítulos...

Capítulo 23: Sabido (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Simplemente estaba sentada en el frío suelo del baño, con la cabeza de Malfoy apoyada en su hombro izquierdo.>>

Capítulo 23: Sabido.

Muchas veces uno desea que el tiempo se detenga, otras muchas simplemente que avance lo más lento posible, en otras ocasiones solo deseamos poder volver atrás y apreciar un poco mejor lo vivido, pero en todos los casos solo hay una verdad, nada en el mundo, por mucha magia que contenga, tiene más valor que un recuerdo y el valor de este reside en que cada momento es único e irrepetible, pueden ser similares, pero jamás iguales. Por esto, cuando Hermione descubrió que ambos estaban dormidos, ligeramente abrazados y que la túnica de Draco los cubría para calmar en algo el frío solo pudo contener las lágrimas. Porque ella sabía que aquel chico ya no era el mismo al que odiaba con todas sus ganas, no sabía quién había cambiado más, él, ella o las circunstancias; puede que un cúmulo de todo ello fuera lo que ahora, teniendo lo que parecía ser una vida perfecta, hiciera que ella se sintiera infeliz.
No muchas veces uno puede tener un novio que te quiere de verdad y al que has amado en secreto años, no siempre puedes conservar amigos tan sinceros como los suyos, solo aveces tu éxito en la vida sentimental es compartido con los estudios... No siempre eres un héroe de tu mundo...
Pero ahora que lo pensaba, por qué cuando aquel chico de ojos grises y fríos, sonrisa falsa y mente calculadora estaba lejos ¿Todo parecía perder importancia? La respuesta parecía clara, pero eso no la hacía menos aterradora; aterrador, una palabra que describía bien sus sentimientos cuando estaba cerca de Malfoy, porque él era la pura esencia del terror mismo, desprendía algo por todos sus poros, exhalaba algo en su aliento que hacía que todos a su alrededor le temieran y respetaran, pero ella jamás lo había sentido hasta hacía poco. Su perfecta vida se venía abajo y parecía darle igual mientras que bajo los escombros él estuviera con ella.
Porque Hermione Granger se estaba enamorando de su enemigo, Draco Malfoy.

Cuando ambos estuvieron despiertos apenas se miraron y mucho menos hablaron, él tomó su túnica y junto a ella avanzó en la oscuridad para llegar a su dormitorio, pero él no durmió, no tenía intención, simplemente se sentó en su cama, no sin antes haber cogido su botella de whisky de fuego del baúl y comenzó a dar sorbos sin ton ni son, hasta que ella se sentó a su lado y le arrebató la botella para que el cálido líquido ardiera en sus labios, su lengua, su garganta y sus venas.
El silencio estaba bien, no era un silencio incómodo que necesitaba ser llenado con palabras banas y seguramente estúpidamente desacertadas; no, era un silencio de mutuo entendimiento, simplemente se turnaban la botella para beber, ambos necesitaban acallar sus consciencias y olvidar sus vidas, necesitaban ahogarlo todo en alcohol, porque mañana, sería otro día.

-Te amo, Hermione.
-Yo también, Ron- y Hermione se sintió la peor mentirosa.
Allí estaban todos, la sala común de Gryffindor estaba vacía a excepción de Ginny, Ron, Harry y ella, era lunes por la noche y su abuelo ya había vuelto rumbo a casa hacía dos semanas, no sin antes recordarle su perdida apuesta.
-¿Qué haréis este año en navidad?- preguntó para ver si había una posible huida.
-¿No te has enterado?- preguntó Ginny sorprendida-,mi madre y Narcissa Malfoy han preparado una cena familiar en noche buena y una comida en navidad, ambas en una mansión de la familia Black... Cómo si fueran las mejores amigas de toda la vida.
-Eso significa que tendremos que ver a Malfoy...- rumió Ron.
-¿Y tú?- preguntó Harry.
-Yo tengo que ir a visitar a mi abuelo, quiere pasar todas las fiestas conmigo... ¿Cómo negárselo?- rió con cierto alivio, Draco no podría disolver su compromiso y entonces ella se vería libre de su apuesta.
Pero la conversación no duró mucho más, ya que todos los presentes estaban agotados, principalmente la castaña, la cual había pasado la noche anterior despierta y bebiendo junto a Malfoy, como solían hacer a menudo, aunque apenas se hablarán seguían compartiendo esos momentos de silencio y alcohol, si bien el no la había mirado desde que perdiera el conocimiento... Pero así era él, ya se estaba acostumbrando, por eso, cuando con paso decidido irrumpió en su habitación vio un paquete en su cama con una nota escrita con la letra de Draco su corazón dio un vuelco; eso no entraba en lo que pensaba de él. Con el corazón en la garganta y las manos temblando abrió la tarjeta y comenzó a leer.
<<Dentro de unos días es el juicio y McGonagall me ha dado permiso para volver a casa con mi madre, porque seguramente serán mis últimos días de libertad; de todas formas, tú seguro puedes asistir al baile y previniendo por si (Merlín lo quiera) puedo ir, te regalo esto para que encargues un vestido, *he pensando que te quedará bien*. No lo rechaces, no es un acto de caridad, simplemente no quiero que mi pareja haga el ridículo y me arrastre a mí también.
Dentro de la caja hay un collar, McGonagall pidió a mi madre que te lo prestara al ser un reliquia de la familia de Slytherin. Cuídalo, vale más que tu vida y la mía y no quiero que la ira de mi madre caigo sobre mí por alguna metedura de pata con tu nombre.
Con esto me despido, esperando poder volver a verte y así molestarte como tanto me gusta hacer;
Draco Malfoy.
Pdta. La próxima ronda invitas tú.>>

Y tuvo el certero alivio de que pasara lo que pasara, por muchas notas extrañas que dejara, él seguía siendo Draco Malfoy y con ese pensamiento e ignorando completamente la caja, durmió toda la noche en la cama de Draco, porque con las semanas había descubierto que su extraño olor la hacía olvidar sus pesadillas.

En el próximo capítulo...
<<Sin él la clase era un caos de notas, risas, voces, hechizos y faltas de respeto; no les quitaba más puntos porque eso afectaría a Gryffindor.>>

Info.

lunes, 28 de mayo de 2012

Capítulo 22: Pasado (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Minutos después ya no temblaba, solo miraba el techo de los vestuarios, evitando unos ojos castaños y poco a poco, cayó en la inconsciencia..>>

Capítulo 22: Pasado.

No quería irse, pero debía hacerlo, debía hablar con McGonagall y aún no sabía como explicar su desaparición a sus amigos... Por eso tenía que irse de esos vestuarios y quiso pedir ayuda como cuando él cayó al suelo, pero supo que no podía, por eso lo arrastró hasta una de las duchas con puerta y salió a toda prisa hacía el castillo, porque con suerte el rubio despertaría antes de que la poción dejara de tener efecto y podría entrar en los dormitorios y si no ella podría llegar con la directora y encontrar una solución, porque acababa de cruzar la línea y eso la ponía nerviosa, había hecho varias veces pociones prohibidas, pero nunca una le hizo utilizar su propia sangre, propiedad que tienen solo las pociones que entran dentro de la calificación de magia negra. Pero lo peor era que aunque él fuera su enemigo ella lo había salvado y después de ello no quería abandonarlo inconsciente, lo que demostraba que estaba perdiendo el juicio.

Era lunes al medio día y Hermione descansaba en su habitación antes de su clase de Estudios Muggles, aunque en realidad no podía descansar a pesar de haber pasado una noche espantosa... Porque seguía pensando en él.
Desde que se lo había encontrado en el gran comedor a la hora de la cena sintió que toda ella se contraía, se hacía pequeña, su mirada azul como el mar la congelaba más allá del alma y provocaba que sus manos sudaran y su voz sonara temblorosa.
Solo él tenía ese poder en ella; ni Lord Voldemort había causado eso ella, porque ante ese ser ella se crecía, su miedo era palpable, pero eso y la gente que amaba y debía proteger le daban fuerzas y jamás, jamás, sintió aquello. Pero no entendía su reacción, Draco Malfoy era un chico comparable a Blaise Zabini, guapo, orgulloso y con un pasado oscuro, además de ser especialmente despreciables y calculadores... ¿Entonces por qué solo Draco la hacía estremecer de miedo? Puede que jamás lo supiera, pero lo cierto era que en aquel momento lo sintió más que nunca.
Desde aquel instante Draco no le había vuelto a dirigir la palabra, ni para bien, ni para mal. Tampoco hablaba apenas con su abuelo y solo le respondía con monosílabos y cuando fueron al ensayo alejó encontrarse mal, por ello la castaña tuvo que practicar con Gabriel.
Su actitud era desquiciante y sabiendo como se comportaba en clases, podía imaginar que aquella fachada de hielo solo aumentaría en las siguientes horas, aunque puede que se acostumbrara a ello, porque el frío de la indiferencia era mejor al ardor del odio o en su defecto del deseo que en algunas nefastas ocasiones tomaba control de ella. Sí, el frío era mejor, porque gracias a él no sentía nada y aunque sus amigos lo notaran nadie dijo nada.

-Siguiente pregunta-, dijo Michael tras responder qué era un televisor.
-Señor Bantz- dijo Cindy de Slytherin-, ¿Para qué sirve un retulador?
-Querrás decir un rotulador... ¿No?- y ante el asentimiento de la joven el comenzó su explicación-: Un rotulador hace las funciones de la pluma, solo que lleva tinta de color en su interior y así no tienes que usar tintero- y ante su explicación muchos alumnos lanzaron exclamaciones-. Siguiente.
-Señor- dijo un digno Gryffindor-, yo querría hacerle dos preguntas y espero que sea sincero y no se moleste.
-Claro que seré sincero, muchacho- contestó digno e intrigado el anciano-. Pregunta.
-¿Qué bando tomó usted en la segunda guerra muggle?
Michael Bantz tomó unos minutos pensando su respuesta, la forma correcta de decirlo, aunque sabía que no había forma de hacerlo porque conocía bien la siguiente pregunta... Aquel era un tema que jamás tocaba y todos sus conocidos respetaban.
-Como habréis adivinado algunos soy de origen alemán y la guerra me pilló en Berlín, formé parte de las juventudes Hitlerianas.
Todos los presentes tomaron el aliento lentamente, la semana pasada habían estudiado dicha guerra y los recuerdos de lo estudiado, de las atrocidades de dicho bando estaba muy frescos, puede que ante la similitud de lo ocurrido hacía menos de seis meses.
-¿Por qué?
La pregunta no lo pilló desprevenido, la esperaba como esperarías una bala tras oír el gatillo, pero eso no significaba que supiera la respuesta.
-Sinceramente, no lo sé; puede que fuera la estupidez que nos domina cuando somos jóvenes e inmaduros, puede que fuera el deseo de algo más de poder y fortuna... Puede que pensara que luchaba por lo correcto.
-¿Lo correcto?- preguntó otro alumno de Gryffindor.
-Sí, lo correcto. Yo creía fielmente en que había clases, no solo por tu nivel económico, si no por dónde naciste, por tu familia, por tu piel he incluso por tus ojos... Siempre pensé que yo era superior a otras personas por haber nacido como era y dónde lo había hecho y por ello no me importaba mandar a la muerte a gente inferior...
-¿Por qué cambió de idea?- preguntó Draco dejando a todos pasmados ante su intervención.
-¿Quién dice que lo hice?- preguntó Michael al joven-. En el fondo sigo pensando que ciertas personas son superiores a otras, sigo manteniendo que hay clases y que estas es mejor que no se mezclen... Pero cambié de idea por amor, como todos; mi mujer es judía, se suponía que era todo lo contrario a mí, mi máxima enemiga, pero cuando la guerra terminó y me metieron preso ella estuvo allí, venía a verme para recordarme como maté a su hermano, me odiaba... Pero un día todo cambio y me dí cuenta que solo la tenía a ella y que era un gran mujer, lejos de su condición.
-¿Y todo el mundo perdonó su conducta?- preguntó un Slytherin.
-No. Durante años fui un apestado, no tenía trabajo y me habían quitado todo lo que era mío, aparte de que en prisión me marcaron para que todos supieran lo que era... Pero con los años superé todo aquello y aquí estoy.
-¿Marcado?- y esta vez fue su nieta quien preguntó, aún incrédula.
Y sin más Michael arremangó su camisa en el brazo izquierdo y retiró la muñequera de piel que siempre llevaba y bajo ella ahí estaba la esvastica. Todos reconocieron las similitudes con los mortifagos y Hermione no pudo evitar mirar a los ojos ahora azules de Draco.
-¿Se arrepiente?- preguntó de nuevo Draco sin mostrar ninguna expresión en su rostro.
-No, porque sin esas decisiones no estaría dónde estoy.
Pero Draco no se quedó mucho más tiempo y ante la atenta mirada de Hermione salió del aula, nadie más aparte de su abuelo pareció notarlo, estaba pálido y comenzaba a temblar... La poción otra vez estaba dando problemas y tras dejar a sus alumnos al cuidado de su abuelo Michael, salió en busca del joven Slytherin.
-¡Legendre!- lo llamó por su falso apellido.
-¡Vete!- contestó él con su voz natural.
-Voy a entrar- y antes de terminar la frase, ya estaba dentro de la habitación.
-Déjame en paz...- volvía a ser la voz de Tyl.
Hermione tomó aire unos minutos y avanzó siguiendo la voz y los débiles gemidos del joven, tomo su varita y con un alohomora abrió la puerta del baño, la cual dejó al descubierto a un joven con cabellos rubios con mechas negras, sus ojos iban descendiendo del azul intenso al azul grisáceo, su piel ahora era de su tonalidad normal, muy pálida, puede que incluso más.
-¿Estás bien?
Y supo nada más abrir la boca que había dicho una tontería, pero ese era su mayor defecto, no encontrar las palabras adecuadas en momento como aquellos, en momento donde eran necesarias.
-Sí- dijo a duras penas con sarcasmo-, me encuentro tan bien que si quieres ahora mismo, aquí mismo nos bailamos un tango...- y mientras decía esto se apoyaba en la pared del baño, cayendo lentamente al suelo.
Hermione estaba inquieta, sabía lo que tenía que hacer, pero eso no significaba que le agradara la idea, pero tampoco le agradaba abandonar el lugar y dejarlo a su suerte, a la espera de que alguien lo encontrara, lo reconociera y luego lo ayudara, sin antes lincharlo... Él solo la tenía a ella.
-Abre la boca, Malfoy-. Y aunque su pulso no era firme, su voz era como acero.
Tomó una horquilla que usaba para mantener a raya su pelo de la cara, mordió el extremo rompiendo el plástico que recubría esa parte y dejó al descubierto el metal, tomó aire y como pudo, a duras penas y con un dolor insufrible, hizo un corte en su muñeca derecha, para luego ir acercándola al joven.
-Ni se te ocurra- susurró este cuando se se dio cuenta de sus intenciones.
-Es la única manera, la única manera...- canturreó la joven casi como una canción de cuna mientras él tragaba su sangre, su voz era acompasada y tranquila, porque por extraño que fuera todo el miedo y la angustia habían desaparecido... Simplemente estaba sentada en el frío suelo del baño, con la cabeza de Malfoy apoyada en su hombro izquierdo, mientras que su muñeca derecha descansaba sobre los labios del joven.

En el próximo capítulo...
<<Nada en el mundo, por mucha magia que contenga, tiene más valor que un recuerdo.>>

Info.

sábado, 26 de mayo de 2012

Capítulo 21: Convulsiones (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<El incuestionable hijo de papá iba a hacer por primera vez algo por propio deseo… Y aquello muy en el fondo le pareció algo digno de admirar.>>

Capítulo 21: Convulsiones.

Decir que el campo de Quidditch estaba a rebosar de gente era quedarse corto, porque todas y cada una de las muchas gradas estaba ocupada por decenas de alumnos... Aquello parecía más un partido decisivo en la copa de Quidditch que una elección de nuevos jugadores.
Aunque era entendible, porque el equipo de Slytherin era el último aquel día en elegir a sus miembros y el resto de equipos tenía especial interés en ver a sus posibles rivales, luego también estaban todos los aficionados al Quidditch, los miembros de Slytherin y todos aquellos que a aquellas horas decidieron cotillear un poco mientras tomaban en sol y la suave brisa les rozaba la piel. Si, aquel eran un gran domingo en el terreno de juego, pero aquello no animó a Draco Malfoy, el cual no solo estaba nervioso, si no además, demasiado distraído pensando en que posiblemente, Hermione Granger estuviera en las gradas a punto de observarlo jugar y aunque no fuera la primera vez, podría haberlo sido para él, porque por primera vez, Draco Malfoy iba a hacer algo por propia iniciativa, porque deseaba hacerlo y más importante aún, sin ayuda de su padre, su dinero o su apellido. Y por desgracia, si fallaba ninguna de esas cosas lo salvaría del ridículo.

-No puedo creer que lo hayas convencido... no va a durar ni diez minutos...
-Hermione Jane Granger, te prohíbo tener tan poca fe, seguro lo hace genial...
-¿Qué te apuestas?- retó la castaña a Michael por lo bajo.
-Si yo gano deberás invitar a Draco a cenar en navidad y...
-¿¡Cómo!?- dijo incrédula Hermione, aunque su abuelo la ignoró.
-Y si tú ganas podrá venir tu estúpido novio.
Hermione quiso gritarle un par de cosas a su abuelo, hacer un berrinche y de paso, hacer honor a su apodo, pero fue interrumpida por el alboroto que causaron los espectadores cuando los aspirantes salieron al campo encabezados por el capitán, Blaise Zabini y Hermione inconscientemente buscó con la mirada a Draco, el cual era evidente estaba increíblemente guapo con su equipación... <Aunque nada como el autentico Draco.> Y aquel pensamiento la desagradó tanto que casi vomita sus zapatos.

El ruido no cesaba, sabía bien que él ya había oído antes el ruido de la muchedumbre en el terreno de juego cuando volaba para alcanzar la snitch, pero puede que fuera el hecho de hacer algo que de verdad deseaba y no algo que le daba igual lo que formara un nudo en su garganta, pronto debería comenzar sus pruebas, solo quedaban dos aspirantes antes de él... Y sabía que no lo tendría nada fácil, porque el equipo de Slytherin cuando preparaba unas pruebas de selección lo hacía con toda la maldad del mundo.
Ella observó como Draco montaba en su escoba y Zabini se preparaba para dar la salida y esto ocurrió tan de repente que Hermione sintió que se mareaba. Aunque lo que más la mareaba era intentar seguir el veloz y ágil vuelo de Malfoy, el cual avanzaba de un extremo al otro del campo con el quaffle en las manos, esquivando a todos los antiguos miembros del equipo exceptuando a Zabini y de paso, cuatro bluggers, dos de más seguramente para hacerlo más interesante.
Su corazón estaba contraído, Draco hacía lo que podía y de momento llevaba más tiempo en el aire que los otros candidatos al puesto, aunque eso no quitara que posiblemente acabara en la enfermería con un par de huesos rotos y aunque el pensamiento debería haberla hecho sonreír solo pudo sentir como su estómago se contraía dolorosamente.
-Ese chico es increíble- habló con fingida inocencia su abuelo.
-La verdad es que ese Slytherin nos dará problemas...- vaticinó Harry.
-¡Bah!- entró en la conversación Ron-, es un bobo Slytherin, es pésimo y...
-¡Cállate Ron!- gritó la castaña enfadada sin apartar la vista del joven que llegaba casi a los aros, dejando a sus amigos con la boca abierta y a su abuelo con una satisfecha sonrisa, que no hizo más que crecer cuando al quaffle entró a la primera en el aro más alto.
Y sin poder evitarlo Hermione sintió un gran alivio al verlo descender de forma arrogante y elegante al suelo y fue entonces cuando él la miro fijamente, sabía que la miraba a ella y sonrió, de forma sincera, autentica como jamás creyó verla. Un gracias mudo fue lo único que pudo observar antes de que una multitud de Slytherin lo rodeara y escoltara hasta los vestuarios, sin duda, habían encontrado nuevo cazador.

Lo había logrado y aunque una parte de él no quisiera admitirlo y jamás lo admitiría en voz alta, la pura verdad es que lo había logrado porque ella estaba allí, mirándolo con un rostro que demostraba un interés auténtico. Quería pensar que eran sus ganas de demostrarle lo que hacía la sangre limpia y que era mejor que ella, su casa y sus amigos, pero en el fondo sabía que simplemente, quería demostrarle quién era verdaderamente Draco Malfoy, aunque aquello sonara a broma teniendo en cuenta que estaba bajo su falsa identidad, Tyl Legendre.
En definitiva, estaba feliz y tenía un subidón de adrenalina, estaba bajo el agua caliente de la ducha y sonreía como un idiota al recordar la sonrisa que Hermione le había dedicado cuando bajó a tierra firme... Puede que el llevar una doble vida le estuviera afectando, porque él, Draco Malfoy jamás pensaba en la sonrisa de esa impura... Pero mientras fuera Tyl tenía permitido hacer lo que quisiera y sin duda, aquello era imaginarla tal y como la tenía delante ahora, sonriendo de oreja a oreja y con las mejillas sonrojadas por su semi-desnudez, porque Hermione había entrado en los vestuarios para ir a verlo y eso, le hizo sonreír de la forma más Malfoy posible.
-Te felicito Malfoy, has hecho una gran prueba.
Y esas palabras de sus labios sonaron maravillosas, aunque obviamente frente a ella, aquella parte de él quedaba bajo las órdenes del capitán gruñón y déspota que era su mente.
-Lo he logrado gracias a ti-, sonrió, pero no era una sonrisa alegre, era una sonrisa cargada de veneno-, si no hubieses estado ahí con tu cara de idiota es posible que no me hubiese esforzado tanto por superar a tus estúpidos amigos, pero es que dejarlos como inútiles ante ti me pone- Y Draco se alegró de que todo lo dicho no fuera mentira...
-¡Que te follen, Malfoy!
Y aunque ella intentó girarse para salir por la puerta el la detuvo agarrando su brazo, pero entonces los temblores comenzaron, más fuertes que las veces anteriores, haciendo que tuviera que soltarla, pero ella permaneció allí mirándolo, porque ambos sabían que todo era culpa de la poción, pero lo que Draco Malfoy desconocía era el alcance de dicha situación.
Aunque cuando cayó a suelo y comenzó a temblar sin control alguno sintió miedo, autentico terror corriendo por sus venas, porque le aterraba no tener el control y no saber qué ocurría exactamente, pero más le aterraba ver la mirada de Hermione, la cual no auguraba nada bueno, hasta que todo se volvió borroso y notaba como la poción dejaba de tener efecto durante unos instantes para luego volver a ser Tyl...
Todo terminó cuando sintió el suave dedo de Hermione entre sus labios y luego como caían tres dulces, pero a la vez saladas gotas de sangre en su lengua... Minutos después ya no temblaba, solo miraba el techo de los vestuarios, evitando unos ojos castaños y poco a poco, cayó en la inconsciencia..

En el próximo capítulo...
<<Por eso tenía que irse de esos vestuarios y quiso pedir ayuda como cuando él cayó al suelo, pero supo que no podía.>>

Info.

Recuerdos.


(Recuerdos, recuerdos, recuerdos).
En esta vida tu intentaste
no dejarme atrás, en soledad.
No hay otra manera,
rogaré a dios: déjalo quedarse.

Ojalá estuvieras aquí, ese pensamiento, ese deseo es algo presente en cada momento de mi vida, una vida en la que tú no estás... Aveces desearía haber podido ser como tú, con esa fuerza... Tú jamás me dejaste atrás, siempre supiste hacerme avanzar... Pero yo no pude hacer lo mismo y sólo puedo rogar que te quedes.

Los recuerdos suavizan el dolor en mi interior
y ahora yo sé por qué.

Cierro los ojos y veo tu sonrisa, esa sonrisa sólo para mí, la única que iluminaba tus ojos grises con alegría, imagino la brisa que despeinaba tus cabellos rubios... Incluso imagino cómo te atacó un hipogrifo, fueron pocos momentos juntos, debo recordarlos todos porque sin ellos no me quedaría nada.

Todos mis recuerdos
te mantienen cerca,
Y en pleno silencio
imagino que estás aquí.
Todos mis recuerdos
te mantienen cerca,
los susurros silenciosos,
las lágrimas silenciosas.

Sin esos recuerdos no podría sentir tus abrazos ni tus caricias, sin esos recuerdos no podría cerrar los ojos e imaginar tus besos y tu olor... No me queda más que soñarte en silencio, murmurar tu nombre entre lágrimas... Ojalá estuvieras aquí.

Me hiciste prometer que intentaría
encontrar mi camino en esta vida,
espero que haya alguna manera
para hacerme saber que estás bien,
sólo así recordaré que mereció la pena
y así poder seguir adelante.

Y sigo con mi vida, cumplo mis promesas... Aunque sé que tu jamás lo hubieses cumplido, eso era parte de tu encanto, no saber nunca qué harías... Yo siempre fui predecible cómo tú decías, cumplí mi promesa y han pasado tres años, mi vida ha seguido y he guardado el dolor, sólo espero saber de alguna manera que dónde sea que estás, estás bien, sólo eso me podría devolver la vida, podría merecer la pena... Podría seguir mi vida junto a otro.

Todos mis recuerdos
te mantienen cerca,
Y en pleno silencio
imagino que estás aquí.
Todos mis recuerdos
te mantienen cerca,
los susurros silenciosos,
las lágrimas silenciosas.

Quisiera pensar que puedo vivir sólo de recuerdos, de la forma en que tu piel se sonrojaba al sol, la forma en que apretabas la mandíbula cuando tenías que decir algo que te avergonzara, la forma en que leías mis libros muggles... Todos esos recuerdos me mantienen con vida mientras lloro en silencio susurrando tu nombre al vacío.

Estamos juntos en todos estos recuerdos,
puedo ver tu sonrisa.
Mantendré siempre estos recuerdos,
Cariño, tu sabes que te amaré hasta el fin de los tiempos.

Avanzo por el pasillo y con los ojos cerrados imagino tu voz llamándome, puedo sentir incluso cómo me tomas de la cintura y me ayudas a avanzar sin desfallecer, siempre con una sonrisa aunque yo sienta que te estoy traicionando, jamás te olvidaré, no guardaré otro recuerdo que no sea tu voz y tu olor, tu calor y tu amor, Draco tu sabes que te amaré hasta mi último aliento, hasta que el mundo sea mundo, te amaré pase lo que pase aunque comparta mi vida con otro, aunque me case con Ron... Cuando le bese imaginaré que eres tú.

Todos mis recuerdos
te mantienen cerca,
Y en pleno silencio
imagino que estás aquí.
Todos mis recuerdos
te mantienen cerca,
los susurros silenciosos,
las lágrimas silenciosas.

He llegado al altar y tengo que abrir los ojos y por un momento sonrío, sonrío porque no está Ron frente a mí, no, estás tú, con tu rubio cabello despeinado, con tus ojos grises brillando, tu piel perfecta se ve levemente sonrojada, estás vivo y junto a mí, te doy la mano y siento tu calor, sí, estás a mi lado y puedo sonreír cómo hacía mucho no lo hacía, olvido cómo aquel mortifago te asesinó, olvido cómo vi tu cuerpo caer al suelo, olvido cómo te abracé hasta que tu cuerpo quedó frío y no me quedaron lágrimas, estás a mi lado y susurras mi nombre... No necesito recuerdos, estás a mi lado y aunque oigo gritos y voces que me llaman no hago caso, yo solo lloro en silencio mirándote...
-Para siempre- susurro.
-Para siempre, Hermione.

martes, 22 de mayo de 2012

Querido Ausente.


Querido Ausente.

Querido Ausente, hace mucho que no estás, que te fuiste... Hace mucho.
Aveces en el eco de los pasillos me asalta tu voz y tus pasos, si cierro los ojos un olor a café y cigarrillos conocido me abruma; no te olvido.
En mi sonrisa puedo encontrar un billete a tu recuerdo, a los días de calor, a los juegos y los columpios, los deberes de matemáticas sin acabar, los castigos y los no volveré a hablar en clase.
Querido Ausente, ese eras tú, mi gran maestro de la ironía y el humor, mi primer profesor en la vida... Pero tú te fuiste antes de tiempo; no me dejaste cumplir mi promesa.
Querido Ausente con los años ya no pudiste cargarme en tus brazos, ya no podías saber que pensaba y desde luego no podías comprender como el tiempo me había cambiado. Lo siento.
Querido Ausente, cuando fui capaz de reaccionar hable contigo y nuestras últimas palabras fueron un simple hasta el lunes, no sabes cuánto lo lamento, no sabes cuánto me duele.
Ese lunes nunca llegó.
Querido Ausente ¿Cómo te sentiste cuando el aire abandonó tu cuerpo y tus párpados se sintieron pesados cómo hierro?
Dijeron que no sufriste, pero algo en mi me dice que sí... ¿Sentirías cómo tu corazón “explotaba” para luego dejar de latir? ¿Pensarías en todo lo que dejabas atrás? ¿En ese nieto de pocos meses? ¿Mujer, hijos? ¿En una de esas comidas de jubilación que tanto te gustaban y divertían, la que iba a ser en tu honor en un mes? ¿En tus alumnos? ¿En gente como yo?
Querido Ausente, aquel 18 de Febrero de 2011 cerraste tus ojos por última vez, dejando atrás ese mundo que tanto amabas y te amaba.
Querido Ausente, aquel día perdí una parte de mi misma.
Querido Ausente... Pero gané otra, una parte que te recuerda siempre, porque aquella alumna a la que curabas las heridas sentada en una estantería después de una caída jamás olvidará tu risa viva y fuerte, como tú.
Don Juan, Querido Ausente.

En recuerdo de aquel profesor que me enseñó la lección más importante: Vivir.

domingo, 20 de mayo de 2012

Capítulo 20: Enemigo (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior…
<<Y con una mirada retadora cargada de odio y repulsión tomó sin delicadeza la botella de whisky para dar un gran y largo sorbo, dejando la botella casi vacía y con el poco orgullo que le quedaba y desprendiendo ira por todos sus poros subió hasta su dormitorio y se arrojó a su cama .>>

Capítulo 20: Enemigo.

La mañana del domingo había amanecido despejada, algo ya casi poco habitual en el clima de Hogwarts, dónde poco a poco el invierno se iba haciendo notar y con él la lluvia, el frío y la humedad. Aunque aquel clima despejado y soleado, con el canto de pájaros y saltos del calamar gigante hizo que la cabeza de Hermione tuviera ganas de explotar debido a la resaca de muerte que tenía, mientras bajaba vio como su abuelo hablaba afablemente con Draco Malfoy y no supo que la molestó más, si el hecho de que ninguno mostrara los efectos de las copas de la noche anterior o por el contrario ese sentimiento de entendimiento mutuo que esos dos compartían. Se le revolvió el estómago.
-Buenos días, petarda- la saludó afablemente su abuelo para posteriormente, besar su frente como sólo él podía.
-Buenos días-. Y al decir lo mismo al mismo tiempo Draco y Hermione se dedicaron sendas miradas de odio.
Su abuelo Michael se limitó a sonreír ante la situación, para luego acompañar a ambos jóvenes, uno inmerso con él en una interesante conversación y la otra pensativa y que les dedicaba unas miradas de odio, rabia y desconcierto bastante significativas. Porque para Michael Bantz, su nieta era un libro abierto y en él podía leer que entre ella y aquel joven tan parecido a él con su edad, había ocurrido más de lo que ellos querían admitirse a si mismos, aunque bueno, si ellos tomaban esa actitud él simplemente se animaría a darles un empujoncito, porque como se convenció, eso es lo que hacen los buenos abuelos… Y con esas llegó al gran comedor, el cual aún no había visto y quedó pasmado ante el techo, el cual reflejaba un cielo azul despejado, de un color intenso y vibrante, incluso si cerraba los ojos podría imaginar la brisa en la cara o el canto de las aves… Aquello era maravilloso, aunque no le agradó cuando su compañero de whisky, el joven Draco se encaminó a otra mesa, fingiendo que ni si quiera existía y mirando con asco a su nieta, aunque como entendió al verlo llegar junto a lo que su nieta llamó séquito comprendió dicha actitud, porque él mismo, a sus diecisiete años, había sido como él o incluso peor.
-Buenos días Hermione, Michael- saludó Ginny de forma amable y con esa sonrisa suya, que podría derretir hasta un glaciar.
-Buenos días Ginny- respondió la castaña aún fulminando con la mirada a la mesa de enfrente, donde el rey de las serpientes y sus cortesanas reales se regodeaban en su fingida perfección… Aunque el príncipe de las serpientes ahora fuera un moreno de ojos azules arrebatador, tanto como su otra apariencia.
-Hola Ginevra- dijo cortésmente su abuelo.
-¿Qué piensan hacer hoy?- dijo ella tras un grato silencio.
-Pues sinceramente, no había pensado nada…
-Si le parece bien a tu abuelo, esta tarde tras la comida es la selección de jugadores de Slytherin y ahora la de Gryffindor, sería divertido…
Pero Hermione ya no estaba escuchando, solo asentía cada cierto tiempo y miraba cortésmente a su amiga y a su abuelo, porque sus pensamientos no estaban puesto en las normas de quiddicth o el número de jugadores, su pensamientos estaban en la mesa de enfrente, en un moreno que no apartaba su mirada de la suya.

-Ha sido increíble.
-Me ha encantado verlo-, dijo Michael dando la razón a Harry.
Y era cierto, su abuelo había disfrutado como un niño viendo a sus compañeros volar, hacer piruetas, esquivar pelotas agresivas… Todo había sido nuevo e impresionante para el señor Bantz, el cual salió antes de la comida para ir a la sala de prefecto, donde minutos antes se internaba un ahora rubio… Aquello hizo que Hermione tardara menos de un minuto en salir tras él, de forma disimulada…
Los pasillos eran eternos y el retraso que provocaban las malditas escaleras insoportable, haciendo que la joven Gryffindor se lamentara de la prohibición de escobas en los pasillos, aunque mejor pensado y con el miedo que le daban, era mejor así como estaba.
-Buenas tardes, Draco- saludó finalmente Michael una vez dentro de la sala.
-Buenas tardes, Michael… ¿Qué tal con los Gryffindor?- y en su voz Hermione notó la superioridad que tanto le repateaba el hígado.
-Un completo aburrimiento- sentenció al fin el hombre tras sentarse junto al rubio a tomar un whisky.
-Lo suponía.
Los minutos pasaron lentos mientras ambos intercambiaban un silencio el cual transmitía más que las simples palabras, mientras las mirabas de entendimiento se cruzaron y a Hermione se le pusieron los pelos como escarpias… Porque era espeluznante pensar que la persona que más quería y con la que tantos momentos había compartido era exactamente, una copia más mayor de su peor enemigo.
-Deberías ir- sentenció el anciano sacando a Hermione de sus pensamientos, preguntándose si se había perdido algo.
-No creo que deba…- Y por primera vez, Hermione sintió algo realmente nuevo en la voz de Malfoy, duda.
-Ahora no tienes excusa, nadie sabrá que eres tú, puedes ser y hacer lo que siempre quisiste… No desperdicies la oportunidad, Draco; corre, ve y vístete, estaré en el campo de quiddicth con Hermione en menos de media hora…- Y Hermione solo pudo ver como su enemigo asentía para luego desaparecer por las escaleras de los dormitorios-. Querida-, siguió su abuelo sobresaltándola-, te has mal acostumbrado a oír conversaciones privadas y lo peor es que eres muy obvia.
Ella no dijo nada y simplemente salió de detrás de la columna junto al retrato que era la puerta, aún sin entender muy bien como era que su abuelo siempre la pillaba espiando… ¿Es que le tenía un chip localizador puesto? Seguramente era algo mucho más lógico y evidente, pero eso no hizo que en su rostro no se dibujara un mohín de enojo.
-Vayámonos cielo-, dijo tomándola del brazo-, tenemos un gran cazador al que animar…
Y sin más Hermione comprendió esa silenciosa charla, porque Draco Malfoy, su enemigo declarado y el incuestionable hijo de papá iba a hacer por primera vez algo por propio deseo… Y aquello muy en el fondo le pareció algo digno de admirar.

En el próximo capítulo…
<<Aquello parecía más un partido decisivo en la copa de quidditch que una elección de nuevos jugadores.>>

Capítulo 19: Tregua (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<-No mientas, cuando acabas de despertarte ni si quiera eres capaz de hilar dos palabras seguidas...- dijo su abuelo poniendo los ojos en blanco, de una forma demasiado familiar-. No puedes mentirme, petarda.>>

Capítulo 19: Tregua.

-La llamamos así- comenzó a explicar Michael ante el espanto de su nieta- porque cuando era pequeña, antes de saber que era bruja, siempre que se enojaba todo explotaba a su alrededor- rió mientras llenaba su vaso y el de Draco, aparte de otro más-, vasos, relojes, televisiones... ¡Todo!
Draco se sumó a las risas mientras le ofrecía a Hermione el vaso que antes había llenado su abuelo, el cual tomó de mala gana para darle un buen trago y apurarlo de una vez.
-Bebes como un ruso, querida- dijo su abuelo observando el vaso vacío de Hermione.
-Bebo así para ver si pierdo el conocimiento y dejo de escuchar como revelas mis secretos a este hurón saltarín.
-Hagamos un trato- comentó Draco con una sonrisa arrebatadora-, cuando tu abuelo cuente algo tuyo yo contaré algo mío... Así ninguno estará en desventaja.
Los minutos pasaron y Hermione cavilaba las posibilidades... no sabía cuanto habría revelado su abuelo, pero si conseguía algo de información de Malfoy podría contrarrestar su ataque si se producía... Estaría en desventaja, pero no demasiada.
-Estoy de acuerdo, te toca.
Draco miró le fuego por unos minutos y comenzó a pensar, era la primera vez que contaba nada relevante de él, en general la primera vez que hablaba de él de esa forma y aún no entendía por qué había ofrecido eso... Puede que fuera el whisky.
-Mi tía Bellatrix me odiaba porque cuando tenía dos años y me robó mi snitch le lancé un crucio... accidental, obviamente.
Aquello dejó a Hermione con la boca abierta, sabía que los bebés mágicos podían ser algo peligrosos si se enojaban, pero era la primera vez que oía de un bebé de dos años lanzando maldiciones imperdonables...
-¿Alguien me cuenta el chiste?- preguntó Michael al ver la cara sorprendida y satisfecha de su nieta y la sonrisa nostálgica del joven.
-Un crucio es un hechizo imperdonable- dijo aún asombrada la joven- te hable de ellos, es el de tortura.
Y sin más, Michael prorrumpió en risas, unas a las que se unió Draco, el cual parecía llevar tiempo conteniendo la risa.
-No entiendo como el ministerio no hizo algo- razonó Hermione.
-Estábamos en plena guerra, todos sabían que era mi tía... A nadie pareció molestarle, incluso su marido lo tomó bien-, pero de repente volvió la seriedad a su rostro-, todos menos mi madre. Estuvo un mes sin hablarse con mi padre por haber practicado semejante hechizo tan cerca mía como para que lo aprendiera. Ahora te toca, Granger.
-Pues no sé... no tengo nada interesante qué contar- dijo ella con sinceridad.
-Pues yo sí-, dijo Michael mirando a su nieta- ¿Sabes que mi nieta es heredera de una de las mayores fortunas muggles?
Draco abrió los ojos de tal manera que nieta y abuelo no pudieron evitar lazar risas cómplices... aunque cuando lo pensó Hermione se sintió mal, aquello no lo sabía nadie, ni si quiera Harry y si él lo contaba, tendría mucho que explicar.
-Abuelo...-riñó ella-, eso no lo sabía nadie en Hogwarts... ¿No había otra cosa qué contar?-su voz sonó fastidiada, monótona y algo fría.
-¿Cómo?- dijo al fin Draco aún sorprendido.
-Entiendo tu desconcierto, pero mi nieta heredará mi fortuna, la cual puedo asegurarte es bastante envidiada, solo que ha sacado el orgullo de su padre, aparte del desprecio por lo material... Luego dicen que todo lo malo lo sacó de mí- terminó con una mueca en el rostro, mostrando que para él el dinero era importante y que obviamente no entendía el comportamiento de su nieta.
-¿Lo saben el cara rajada y la comadreja?- preguntó sonriente.
-No-. Contestó secamente Hermione-. Y como se enteren sé a quién he de cortarle la lengua... Te toca.
-Me encanta el quiddicth, pero nunca quise ser buscador, quisiera ser cazador- dijo tranquilo.
-¿¡Enserio!?- rió Hermione mientras bebía nuevamente de su vaso, ahora lleno.
-Si, pero a mi padre le importaba más que molestara a Potter... Aunque le salió el tiro por la culata, no se me da bien, aunque eso es obvio... Si fuera cazador ni todas las snitch del mundo os harían ganar...- Y la sonrisa de sus labios no dejó lugar a dudas.
-Bueno, me toca, pero visto lo visto, dejaré que mi abuelo te diga mis trapos sucios, ya que parece muy contento de airearlos- y aunque había reproche en su voz, se notaba el cariño y en cierta forma algo de humor.
-Mi nieta le puso a un pato de la granja tu nombre- soltó haciendo que Hermione sonrojara.
-¿A un pato?- Draco no sabía si reír o llorar.
-Si,- siguió Michael-, decía que andaba tan erguido y a la vez de forma ridícula como tú, que además tu pelo era rubio pollo y que ojalá terminarás como el pobre pato, hecho paté para untar en sus tostadas-. Y ante aquello ambos hombres rieron a carcajada limpia, de forma realmente estruendosa, como auténticos borrachos...
-¿¡Qué!? Tenía once años... Y ya te odiaba lo suficiente-dijo mirando con odio a Malfoy.
-Tranquila Hermione, estamos de tregua mientras haya whisky... No me hagas contarle ciertas cosas a tu abuelo.
Y la castaña quiso que el sofá se convirtiera en una terrible bestia y la engullera, porque con tan pocas palabras y referencias ella supo a que se refería el ser rastrero que tenía delante. Y con una mirada retadora cargada de odio y repulsión tomó sin delicadeza la botella de whisky para dar un gran y largo sorbo, dejando la botella casi vacía y con el poco orgullo que le quedaba y desprendiendo ira por todos sus poros subió hasta su dormitorio y se arrojó a su cama, aunque si bien no durmió, pudo pasar horas pensando en su desagradable compañero, Draco Malfoy.

En el próximo capítulo...
<<-Buenos días-. Y al decir lo mismo al mismo tiempo Draco y Hermione se dedicaron sendas miradas de odio.>>

Capítulo 18: Similitud (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<-Por supuesto, enseguida- Ironizó la joven-. Acabas de llegar y ya tienes ganas de discutir... ¡Eres único!>>

Capítulo 18: Similitud.

-Es un placer conocerlo señor Bantz.
-Igualmente, señorita McGonagall y me encantaría que me diera permiso para tutearnos...
Hermione estaba en su nube ignorando a su abuelo con su aire encantador y cautivador que hablaba con la directora Minerva McGonagall, porque él era así, un gran conversador y con unos exquisitos modales, los cuales afloraban en su día a día ganándose siempre desde el primer momento la mejor impresión de los demás... Algo que Hermione envidiaba y a la vez detestaba, porque sabía que bajo esa capa de amabilidad y buenas palabras siempre había un deje de falsedad, su abuelo mismo se lo había reconocido en alguna ocasión, pero como él decía, es mejor mil falsos amigos que un verdadero enemigo.
Puede que tuviera razón, porque Hermione solo tenía tres amigos y el resto del mundo eran conocidos o en este caso “falsos amigos” que simplemente la ignoraban, mientras que su único enemigo, Draco Malfoy, disfrutaba humillándola y dejándola emocionalmente destrozada. Incluso la había estrangulado... Sí, su abuelo tenía razón, mejor falsos amigos que enemigos, pero a ella le faltaba una cosa que a Michael Bantz le sobraba, la capacidad de separar sentimientos y pensar en frío. Su abuelo podía diferenciar con facilidad quien era amigo y quien no, diferenciar entre quién te era útil o inútil, entre quien merecía confianza o sin embargo, una patada en el culo y eso era algo que ella, a sus dieciocho años aún no había aprendido y puede, jamás aprendiera.
-Como le decía Michael, su nieta es la alumna de la que más orgullosa me he sentido como jefa de casa de Gryffindor, inteligente, trabajadora, decidida y con una gran curiosidad.
-Bueno, se parece a su abuela... Aunque las malas lenguas dicen que el carácter y su aveces alocada cabeza las heredó de mí- rió su abuelo agradeciendo los cumplidos que ella recibía con la mirada baja y sus mejillas rojas.
Era cierto que eso lo había heredado de su abuelo, tenía un genio complicado, sus amigos lo habían tenido que afrontar a lo largo de esos siete años y ni que decir de Malfoy, el cual tuvo que recibir una advertencia de lo que se llama una mujer con carácter. Y bueno... Si con alocada cabeza se refería ha hacer cualquier cosa por la gente que amas sin importar tu seguridad se declaraba culpable de los cargos, aunque ella no lo viera como una locura, sabía que para su abuelo era así, seguramente Draco Malfoy compartiría la opinión de su abuelo, pero había una diferencia, su abuelo aunque lo consideraba una locura era capaz de ello por amor, Draco Malfoy era incapaz porque ni si quiera conocía la palabra amor, tampoco amistad, cariño o aprecio.
Aunque ahora que pensaba... ¿Por qué llevaba días pensando en dicho pedazo de hielo? No lo sabía, pero comenzaba a creer que sus pesadillas nocturnas llenas de gente llamándola sangre sucia la estaban afectando más de lo que creía y era cierto, había comenzado a morderse nuevamente las uñas y también había seguido fumando, apenas dormía ni comía. Aquella noche no fue la excepción y cuando su abuelo y ella se retiraron a la sala común de prefectos su plato de carne con puré de guisantes seguía completamente intacto.

La noche ya estaba avanzada cuando Hermione volvió a despertarse otra noche más ahogada por las pesadillas, algo cansada y con frío decidió salir a su sala común para poder acurrucarse en el fuego, con ese pensamiento bajó la escalera de piedra para quedarse paralizada en el último escalón, porque ahí, en la sala, se hallaban Draco Malfoy y Michael Bantz tomando lo que parecía ser whisky y hablando de forma trivial, o eso le apareció hasta que prestó atención a sus palabras:
-Así que tu eres el malnacido que lleva siete años insultando a mi nieta...
-Así es- respondió solemne Draco.
-Y por lo que veo eres tú al que le partió la nariz de un buen puñetazo...- Malfoy asintió apretando la mandíbula-. He de decir que le enseñé ese verano con la intención de que te dejara K.O. Un par de días... La próxima vez le diré que dé más fuerte.
Hermione temió por su abuelo en secreto con el corazón en un puño mientras observaba como su abuelo bebía un trago de su whisky y Draco Malfoy solo sonreía de esa manera tan superior.
-La verdad muchacho es que me sorprende, ella te golpea y tú, todo ego y orgullo simplemente huyes como un cobarde-. Hermione contuvo el aliento, porque si su abuelo quería que Malfoy perdiera los estribos lo estaba logrando.
Pero la reacción de Malfoy la dejó totalmente paralizada, porque el rubio no golpeó nada, tampoco gritó o insultó a su abuelo, solo rió, rió de verdad, sin esa superioridad, aunque con algo de amargura, para luego tomar un trago de whisky, dejando a Hermione anonadada con semejante comportamiento.
-Meterme con su nieta era un pasatiempo, una forma de joder a sus amigos...
-¿Y una forma de disimular?-dijo sonriendo Michael.
Draco no contestó, solo miró fijamente a los ojos de aquel hombre, unos ojos muy similares a los suyos, de un color gris intenso.
-Yo era como tú, en el fondo sigo siéndolo... Y el único puñetazo que jamás he devuelto fue a la abuela de Hermione, con la cual fui el tío más cerdo del mundo, porque la amaba y me sentía débil... Y lo pagaba con ella por creerla responsable.
Es posible que si la pared no hubiese estado junto a su espalda ella hubiese caído al suelo, las rodillas le temblaban y por ende apenas podía sostenerse, respiraba de forma entre cortada temiendo ser descubierta escuchando a escondidas, porque ella conocía la historia de sus abuelos y ahora, al oír aquellos recuerdos y mirar los ojos de Draco se dio cuenta de las similitudes...
-No tengo nada que decir al respecto- fue lo único que contestó Malfoy decidido.
-Yo si tengo que decir; te prefiero a ti mil veces antes que el pobretón de Wesky.
-Weasley, Michael, se apellida Weasley... Y si ahora es pobretón, imagine antes de ganar de guerra. Daba lástima-.Y Draco sonrió satisfecho de que no solo él pensara eso.
-Pues eso, lo quiero lejos de Hermione... a kilómetros de ser posible. ¡Pero es tan cabezota!
-Coincido con usted, no he conocido a nadie con semejante carácter en mi vida... ¡Y a mi me llaman malcriado! Como se nota que a su nieta nunca le han negado nada ¿Me equivoco?
-Mea culpa.
-Se nota que adora a Hermione.
Y la aludida se deslizó hasta el suelo muda y asombrada. Si bien sabía que su abuelo era algo elitista y frívolo jamás imaginó que haría semejantes migas con su enemigo Draco Malfoy, aunque ahora, visto desde su escondite, eran muy similares.
Las poses altaneras eran copias la una de la otra, barbilla en alto, leve sonrisa, hombros y espalda erguidos, derrochando seguridad por cada poro. Mirada helada, con un cierto brillo de malicia en los ojos de un gris maravilloso, unos levemente más oscuros que los otros.
Sí, su abuelo era un Draco Malfoy y jamás se había dado cuenta hasta el momento... ¿O sí? Aunque nuevamente la conversación la sacó de sus pensamientos.
-Sólo decirte algo antes de que mi nieta, la que escucha en la escalera se nos una, si vuelves a hacerle daño, te prometo que no habrá varita mágica que te defienda de lo que te pienso hacer... Desearás no haber nacido, Draco Malfoy-. Y la joven no supo que temer más, si haber sido descubierta o por el contrario el tono frío, seguro y cortante que envolvió la amenaza de su abuelo-. Hermione, ven, no es de buena educación escuchar conversaciones ajenas y mucho menos hacerse la loca cuando te pillan.
La castaña tomó aire y salió ante las miradas divertidas de ambos hombres.
-Yo no estaba escuchando, acabo de despertarme...- mintió.
-No mientas, cuando acabas de despertarte ni si quiera eres capaz de hilar dos palabras seguidas...- dijo su abuelo poniendo los ojos en blanco, de una forma demasiado familiar-. No puedes mentirme, petarda.
Y por una vez en su vida la prefecta deseo coserle la boca a su abuelo por mencionar su apodo cariñoso en presencia de él, Draco Malfoy.
-¿Petarda?- preguntó para después beber un poco más de su copa y sonreír.
-No te importa, hurón.

En el próximo capítulo...
<<-Bebes como un ruso, querida- dijo su abuelo observando el vaso vacío de Hermione.
-Bebo así para ver si pierdo el conocimiento y dejo de escuchar como revelas mis secretos a este hurón saltarín.>>

Capítulo 17: Desaire (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Hermione fue capaz de olvidar algo puede que más importante, una cita con su novio Ron.>>

Capítulo 17: Desaire.

-¡Hermione!
-Hola Ginny- respondió una agotada castaña-, ¿Qué tal todo?
-Pues estaría muy bien si Ron no estuviera en un estado depresivo-pasivo porque su novia Hermione le ha dado calabazas.
El cerebro de Hermione procesó esas palabras a máxima velocidad, buscando el error, el fallo, pero no lo había, era jueves y había prometido ver a Ron en la sala común después de su ronda para ayudarle con sus deberes, pero ella no se había presentado, no había ido y era porque simple y llanamente no se había acordado en ningún momento de la cita, es más, si lo pensaba con detenimiento, no se había acordado de Ron en todo el día... Pero eso solo hizo que su paso acelerado hacía la sala común de su casa se convirtiera en una carrera, no porque por llegar unos escasos segundos antes algo fuera ha arreglarse, si no porque quería huir de ese pensamiento, quería huir del hecho de que desde hacía días apenas pensaba en la persona que más quería. Nuevamente aceleró el ritmo, aquello era demasiado horrible como para tan si quiera pensarlo, no podía pensar en que Ron ya no significaba lo mismo para ella, no podía entender qué le ocurría, que estaba mal con ella, porque algo muy malo y terrible estaba ocurriéndole si había olvidado al amor de su vida, su primer amor... El chico al que amó con locura en silencio durante años...
Pero la carrera tuvo que detenerse cuando llegó ante el retrato de la dama gorda, la cual la saludó tras mucho tiempo sin verla... Extrañaba la casa de Gryffindor más que nada en este mundo.
-¡Seamus! ¿Has visto a Ron?-su voz sonó desmedida, cansada y angustiada, un fiel reflejo de lo que era ella.
-Hola Hermione, está en su dormitorio con Harry porque...
Pero Hermione no le dejó terminar, porque antes de que terminara la palabra “dormitorio” ella ya había emprendido la carrera hacía los dormitorios, aunque una vez que llegó a la puerta solo pudo quedarse en silencio mirándola fijamente, como si el pedazo de madera con bisagras pudiese darle todas las respuestas que ansiaba... Aunque ante el conocimiento de que esto no era posible solo pudo tomar aire con fuerza y abrir la puerta.
-¡Déjame en paz Ginny! ¡Largo!- gritó Ron sin tan siquiera mirar la puerta.
-No soy Ginny...
La simple voz de Hermione hizo dar un bote al pelirrojo que se hallaba enterrado entre los cojines de su cama, junto a su amigo Harry que la miraba buscando una explicación con sus inquisidores ojos verdes... Ojalá tuviera una.
-Lo siento Ron...
-¿Por qué no viniste?- preguntó con la mirada triste.
-Estaba muy cansada del ensayo...- <¿Escusa o verdad? Escusa>- y encima me tocó ronda...-<hasta ahí verdad>-, y tenía que hacer una redacción de...-<Piensa, piensa, piensa...>- defensa contra las artes oscuras y como estaba tan concentrada pensando en eso no me acordé... ¡Ya me conoces! Yo y los estudios...
-Ah bueno-, musitó le pelirrojo con un brillo en la mirada-, imaginé que sería algo así.
Y por cruel que fuera una vocecilla dentro de Hermione gritaba <¡Bien! ¡Se lo ha creído!>

El viernes pasó en un suspiro y todo seguía igual, Hermione estaba hasta arriba de deberes, clases, rondas y por supuesto ensayos, los cuales iban mejorando, porque cómo imaginó Gabriel, el tango era para ellos. Mientras Tina seguía durmiendo con Alex, dejando a Hermione con un indeseable compañero, el cual pasaba la mitad de las noches fuera, por lo que no era problema. Pero lo que llenaba el pensamiento de Hermione no era su rutina, era su desentendimiento de Ron y la visita de su abuelo, la cual la impidió dormir durante la noche del viernes, haciendo que cuando su abuelo la divisara en la estación de Hogsmeade pensara que su nieta tenía una aspecto horrible.
-¡Petarda!- le dijo cariñoso al abrazarla-. Mucho trabajo ¿No?
-¡Oh! Abuelo, tú si que me conoces...
Nieta y abuelo se abrazaron fuertemente, hacía meses que no se veían y ciertamente, se habían extrañado.
-Hagrid-, dijo al fin Hermione-, este es mi abuelo Michael Bantz; abuelo, este es Rubeus Hagrid, un buen amigo y profesor.
-Encantado, Hagrid- estrechó la gran mano del semi-gigante con una sonrisa.
-Es un placer conocerle señor Bantz.
-Por favor, no me llame señor Bantz, llámeme Michael...
Hermione ignoró brevemente la disputa de Hagrid y su abuelo sobre si era correcto llamarle señor o no, cosa que aunque a su abuelo ignoraba, era lo más lógico... ¿Cómo debe llamarse a un hombre de noventa y dos años? Señor, aunque claro, eso es siempre que no eres Michael Bantz.
-Deberíamos comenzar el viaje Hermione, Michael, pronto anochecerá.

La prefecta de Gryffindor estaba emocionada, después de meses veía a su abuelo, al cual aunque no lo dijera, extrañaba con locura... Porque él, con sus consejos y su vitalidad era lo que siempre necesitaba ella cuando se encontraba en un pozo, porque su abuelo siempre tenía una forma de ayudarla y estaba deseando hablar con él, pero lo primero eran las presentaciones.
-Ron, Harry, Ginny, este es mi abuelo, Michael Bantz.
-Encantado de conocerle señor Bantz- dijo Harry mientras estrechaba su mano.
-Igualmente Harry, Hermione me ha hablado mucho de ti- dijo para poder apartar la conversación con el joven-, y si no me equivoco tú debes ser la alocada amiga de la que tanto habla Hermione, Ginevra.
-Es un placer señor Bantz- respondió Ginny con su mejor sonrisa.
-El placer es mío, aunque os rogaría que no me llamarais señor, sé que soy un anciano, ya se encarga esta- dijo señalando a Hermione- de recordármelo, pero aún así insisto en que me llaméis Michael.
Y sin más el señor Bantz, o Michael como insistía en ser llamado avanzó por el vestíbulo, ignorando por completo al pelirrojo que miraba con duda a su novia, la cual tras una sacudida de cabeza abandonó a sus amigos y corrió tras su abuelo, el cual para su edad tenía un ritmo envidiable.
-¡Abuelo! ¿Por qué has ignorado a Ron?
-¡No me gusta! ¡Te hará daño!- dijo para luego darse la vuelta y mirar a su nieta-. Lo quiero a veinte metros de ti- y su voz autoritaria daba poco lugar a discusión.
-Por supuesto, enseguida- Ironizó la joven-. Acabas de llegar y ya tienes ganas de discutir... ¡Eres único!

En el próximo capítulo...
<<Hermione envidiaba y a la vez detestaba, porque sabía que bajo esa capa de amabilidad y buenas palabras siempre había un deje de falsedad.>>

Info.