martes, 15 de mayo de 2012

Capítulo 13: Frenesí (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<-Aunque es cierto que tú como puta durarías poco, nadie te daría ni un galeón.>>

Capítulo 13: Frenesí.

-¡Hola Ginny!- musitó Hermione realmente contenta de encontrarse a su amiga por los pasillos de camino al gran comedor.
-Hola Hermione, Ron y Harry te han estado buscando como locos... ¿Dónde te metes eh?- saludó su amiga con una sonrisa divertida.
Hermione quedó muda y no supo bien que decir... Era ahora o nunca, ese era el momento ideal para contar la verdad, desde la profunda y desesperante depresión por la que pasaba a que Tyl, el nuevo prefecto de Slytherin era Draco Malfoy al cual ayudaba con una complicada poción y el cual la había intentado matar una vez y también la había salvado dos veces de morir... Y al cual le había mostrado su cuerpo desnudo, cosa que ni a Ron, su novio, había dejado hacer ni de lejos. Sí, hubiese sido un buen momento para confesar y expiar sus culpas, pero no lo hizo, cerró bien la boca y le hizo un nudo a la lengua, no sin antes echar cremallera y poner un candado, para luego tirarlo al río.
-¡Oh! Pues nada, ya sabes... Cosas de chicas- dijo llanamente poniendo su mejor sonrisa avergonzada y realmente fue bien, porque coló.
-¿Y por qué no me llamaste? Sabes que tengo una poción que me hace para eso mi madre... ¡Mano de Santo! Deberías saberlo...- le reprochó la pelirroja-. ¡Siempre se te olvida!
-Ya me conoces...- eludió el tema Hermione- Mucha memoria para algunas cosas, poca para otras... No puedo ser perfecta en todo- y tras decir aquello ambas rieron.
Cuando llegaron a la mesa de Gryffindor hubo algún que otro cuchicheo entorno a una prefecta que había desaparecido durante un día entero, pero nada serio y desde luego, ningún rumor acertado sobre lo ocurrido, aunque ciertamente... ¿Quién podía pensar algo así?
-¡Hermione!
La aludida giró para ver como su novio, Ron, Ronald Weasley la saludaba efusivamente con la mano para después salir corriendo hacía ella acompañado por un moreno de ojos verdes, Harry.
-¡Hola chicos! Enserio, siento no haberos dicho nada...- comenzó avergonzada la castaña.
-No pasa nada... Imaginamos que serían...
-¡Cosas de chicas!- terminó la frase Harry ante la vergüenza de su amigo.
-Bueno, dejemos eso, vamos a comer.

Hermione no sabía que hacer; si subía a la sala común de Gryffindor era probable que todas las conversaciones giraran en torno al maldito baile de igual forma que lo hicieron en la cena, aunque también era evidente que si volvía a su dormitorio tendría que encontrarse con cierto rubio... Y aquello no le agradaba en lo más mínimo. Difícil decisión, aunque al final se decantó por echar coraje y enfrentarse a Satanás con forma de adolescente mimado, total, tarde o temprano debería hacerlo.
Cierto es también que el camino aquel día fue insufriblemente largo, como si los pasillos y escaleras hubiesen agrandado su longitud para darle unos instantes más para comenzar su huida, pero ella era una Gryffindor valiente y con mucho coraje y nadie, ni una simple serpiente de pacotilla podría amedrentarla y hacerla huir, motivo por el cual apretó el paso y casi a la carrera, irrumpió en la sala, la cual estaba extrañamente vacía y silenciosa.
Así, algo más tranquila y cansada, emprendió la travesía hacía su habitación, para luego poder derrumbarse en su mullida cama y dormir puede que esa noche, de una vez tranquila y así lo hizo, acompañada de repente por un muy agradable sueño en el cual flotaba por encima de Hogwarts, teniendo una vista perfecta del lago, el castillo y el bosque prohibido, he incluso de todos los pequeños pueblos que lo rodeaban. No estaba volando en una escoba, en realidad solo flotaba, dejando que las nubes movidas por el viento rozaran sus labios siendo extremadamente cálidas a pesar de que llovía, el cielo era de un gris intenso y aveces, solo aveces entreveía algún rayo de sol a través de la nubosa capota, la cual acariciaba ahora no solo sus labios y rostro, si no sus piernas y espalda... Llegando entonces a un lugar algo perturbador, arrancando un gemido de sus labios y dejándola caer al vacío; abriendo los ojos.

Draco Malfoy no es un chico con el que se pueda jugar, eso nadie podía cuestionarlo, pero los límites a los que llegaría por venganza nadie podía conocerlos, nadie, ni tan si quiera él, que se hallaba en aquellos momentos besando a una dormida Hermione Granger, la cual le devolvía los besos de forma dulce y suave, embriagándolo con su olor a hierbabuena y sus dulces caricias, haciendo que se perdiera en su pasión y comenzara a acariciar hay dónde pocos habían tocado, llevándola al éxtasis en sueños, aunque con el placer del orgasmo despertó dando un leve bote, para después besarlo con pasión, una pasión desmedida que nunca nadie había podido intuir en ella. Ella se colocó encima de él sin que ninguno fuera plenamente consciente, mientras las prendas de ropa volaban por la habitación, todo iba rápido pero eso solo hacía que la sensación de placer y la adrenalina aumentaran, llevándolos casi a la locura, solo casi, porque muy locos deberían estar ambos para entregarse y así cayeron en la cuenta cuando estaban totalmente desnudos, a escasos centímetros de estar unidos, pegando ambos un brinco y vistiéndose como quien llega tarde a la más importante de las citas, pero así era, llegaban con retraso a una cita con la señora Decencia y la señora Cordura y estás, jamás esperaban.

En el próximo capítulo...
<<Draco hijo, siempre tienes que quedar encima, como el aceite y un día te vas ha arrepentir, ya lo verás...>>

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