miércoles, 16 de mayo de 2012

Capítulo 14: Engaño (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Y vistiéndose como quien llega tarde a la más importante de las citas, pero así era, llegaban con retraso a una cita con la señora Decencia y la señora Cordura y estás, jamás esperaban.>>

Capítulo 14: Engaño.

-Yo...- comenzó a decir la castaña.
-No digas nada-. Su voz fue fría y cortante, aunque su mirada no se quedaba atrás-. Olvídalo.
Hermione quedó boquiabierta mientras el rubio ya con su pijama puesto se metía en la cama del otro extremo de la habitación de espaldas a ella con intención de dormir tras prácticamente haber abusado de ella... <¿Este que coño se ha creído?> pensó hirviendo en rabia, pero ese no era el único motivo por el que sentía un profundo e insoportable calor, tanto que no le quedo más que entrar en la ducha y poner el agua bien, pero que bien fría, la cual no solo bajó considerablemente la calentura que recorría su cuerpo como un cosquilleo, si no que también la ayudó a pensar con cierta claridad... Y un solo pensamiento llegaba a su cerebro a modo de cancioncilla, como un estribillo odiado pero sabido de memoria. <Si quiere guerra, la tendrá; si quiere guerra, la tendrá; si quiere...> y sin más puso en marcha su venganza, porque la venganza era un plato que se sirve frío y desde luego ella estaba helada.

Draco Malfoy jamás había conocido algo llamado remordimientos hasta el momento en el que vio a Hermione Granger, la sangre sucia, desnuda junto a él. Eso si que fue aprender por las malas; él, quien solo quería jugar con ella un rato para conseguir quedar por encima como a él siempre le gustaba quedar, en esos momento siempre se acordaba de su madre y su habitual <Draco hijo, siempre tienes que quedar encima, como el aceite y un día te vas ha arrepentir, ya lo verás...> Ojalá alguna de las millones de veces que la escuchó decirlo la hubiese creído, si así hubiese sido ahora no estaría caliente como una olla express, porque desde luego, si había algo que esa chica era capaz de hacer, era poner a un hombre como una moto. No sabía bien el por qué de ese efecto, seguramente era porque al tenerla como una simplona, fea y santurrona, el verla tan desenvuelta y ardiente hacía el doble de efecto que con otras mujeres como Pansy, pero desde luego aquello no era digno de ser pensado mucho más, era una sangre sucia y él no iba a volver a picar, porque eso lo tenía muy claro, si volvía a estar así de cerca de tirársela, no iba a pensárselo mucho y aquel pensamiento le recordó a aquel dicho muggle que Blaise Zabini, su mejor amigo, solía decir habitualmente causando siempre un momento de risas en sus conversaciones. <Si es que en tiempos de guerra, ¡Cualquier hoyo es trinchera!> y al recordar dicha frase podía sonreír como si el propio Blaise estuviera frente a él con aquellas palabras en la boca. Y era cierto, cualquier chico ante una falta alargada de chicas guapas, tontas y dispuestas era capaz de tirarse a su propia madre si esta se dejaba, porque al fin y al cabo era su naturaleza ¿No? Eran adolescentes aún, revolucionados con las hormonas y con muchas ganas de pasar por la cama de cuantas más mujeres, mejor... Aunque ahora que lo pensaba, él hacía mucho que no se acostaba con una mujer. No es que no hubiese podido hacerlo, pero es que vivir una guerra, ser un fugitivo y estar encerrado en Azkaban no le había dejado mucho tiempo en la agenda para poder desahogarse sexualmente hablando... Y ahora que estaba en Hogwarts, su coto de caza preferido... No tenía ninguna gana de tener que ganarse un triste polvo, no le merecía la pena el esfuerzo de ligarse a ninguna chica y preparar el camino, corto, pero camino, para llevarla a la cama, aunque también... Pero el hilo de sus pensamientos quedó cortado cuando un grito ahogado salió del baño dónde Hermione parecía estar dándose una ducha, pero tras el grito, ni medio segundo después se escuchó un gran golpe y luego silencio... Un silencio que solo dejaba oír el agua caer dentro de la ducha, dejando notarse que la castaña ya no canturreaba... En menos que canta un gallo había abierto la puerta para socorrerla... ¡Otra vez!

Hermione no supo en qué momento se había vuelto tan mala y retorcida, que ella supiera, hacía doce horas no era así, puede que el poco tiempo que había pasado con el prefecto de Slytherin le estuvieran afectando, aunque si eso servía para que el susodicho pagara lo de unos minutos antes, por ella que siguiera pegándole malos hábitos de serpiente, que estaría encantada con ellos.
No había sido muy difícil saber como vengarse, era obvio que si la ofensa había sido de tipo sexual, la de vuelta sería del mismo tipo, tampoco había sido difícil saber qué era lo que debía hacer o como atraerlo a su trampa, fue tan endiabladamente fácil que cuando estaba tirada en el suelo del baño esperándolo tuvo que reprimir un sonrisa, la cual flaqueó al recordar brevemente a Ronald Weasley, su dulce novio, el cual jamás la había visto desnuda, mientras que Draco Malfoy acababa de tener su tercera vez en presencia de una Hermione Granger tal y como llegó al mundo, solo que más crecidita. Pero para tranquilizarse simplemente pensó que Ron jamás se enteraría y que si alguna vez lo hacía, solo saber que había sido para molestar al rubio seguramente disminuiría su enfado... ¿No?

Draco dio un grito ahogado cuando encontró a la castaña tirada en el suelo del baño, con la cortina de la ducha levemente enrollada en el cuerpo y el agua cayendo aún sobre ella, estaba extremadamente blanca y no parecía respirar, lo cual lo asustó increíblemente... ¿Se podía saber qué demonios tenía aquella chica con los baños? Pero tampoco se paró mucho a pensar en que es posible que tuviera que acompañarla al baño siempre si no quería encontrarla muerta un día de estos, solo pensó en reanimarla y a eso se puso. Se acercó a ella y tras no encontrarle pulso se dispuso a comenzar la respiración asistida, abriéndole los purpúreos labios y taponándole la nariz, para después posar sus labios sobre los de ella para poder darle el aire que le hacía falta, pero cuando lo hizo su sorpresa fue mayúscula cuando ella agarró su cabello de la zona de la nuca, apretándolo contra ella, facilitándole el introducir su lengua en la boca de un sorprendido rubio, el cual tampoco se pudo contener cuando ella se posicionó sobre él, meciéndose lentamente mientras lo desvestía, provocando así que la casi extinta erección que tanto trabajo y fuerza de voluntad le había costado olvidar tomara fuerzas de nuevo, mientras la joven Gryffindor besaba su cuello, lamía su mandíbula y acariciaba todo su cuerpo, haciéndolo caer en un espiral de placer y anhelo que jamás hubiese creído que existiera... Placer que incrementó cuando ella se posicionó nuevamente bajo él, cediéndole todo el control para luego decirle en un susurro suave y excitante:
-Tómame de las muñecas.
¿Cómo decirle que no? Él obedeció como si no tuviera voluntad propia, porque así era, apenas podía pensar y mucho menos actuar con lógica, porque si hubiese estado a su alcance un solo pensamiento racional hubiese salido de allí pitando cuando la muy loca de Granger comenzó a gritar a pleno pulmón como si la estuvieran violando... Aunque puede que quisiera que así pareciera.

En el próximo capítulo...
<<Aún no sabía a que debía enfrentarse, aunque cuando vio el rostro de la castaña que lo miraba tras el hombro de McGonagall, temió lo peor... Volver a Azkaban.>>

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