lunes, 18 de junio de 2012

"JOKER"

Título: JOKER.
Autora: Claire
http://www.fanfic.es/viewstory.php?sid=24156

(Fanfic sobre el villano Joker, no aparece batman, "romántico"; Alguna vez todos nos hemos sentido especiales, diferentes, distintos... Raros, pero Harley sabía que era cierto, estaba loca y nunca había podido vivir feliz como una persona normal hasta ahora, porque ha encontrado a un hombre que le complemente... Joker ¿Qué se puede esperar de la vida de dos maniacos rodeados de enemigos?)
ADVERTENCIA: Contiene lemon, escenas de tortura y lenguaje fuerte.

[19.Abr.11-17.Jun.12]

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20: The Jokers Daugther.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29: The strange Melody of Torture. (Parte I)
Capítulo 30: The strange Melody of Torture. (Parte II)
Capítulo 31: A New Generation.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.

domingo, 17 de junio de 2012

Capítulo 27: Corrompido (Si es que alguna...)


En el capítulo anterior...
<<Su parte egoísta gritaba con fuerza y demandante que por nada del mundo lo dejara marchar.>>

Capítulo 27: Corrompido.

Aquel uno de noviembre amaneció sombrío, el Sol estaba oculto por la neblina y realmente era esa clase de días que a ella, Minerva McGonagall, le provocaban una jaqueca de proporciones épicas, pero es no impidió que al alba como todos los días ella se levantara, diera un buen baño de agua hirviendo y luego se vistiera con una de sus mejores túnicas de un color verde intenso apabullante, luego tomó sus cabellos en un moño alto y tirante como desde su juventud llevaba haciendo, tomó su taza y bebió su té de limón con un terrón de azúcar, como siempre; ella era en definitiva una mujer de rutina estricta y había pocos motivos en el mundo para que ella se dignara a cambiar, pero ese primero de noviembre era un día especial y nada podía hacer que lo olvidara, <¡Cómo si me dejaran!> pensó mientras tomaba su capa negra. Aquel día sería un día verdaderamente importante, ese día tenía una de las misiones más complicadas que como directora encontraría durante los años en el cargo y si fallaba, desde luego no solo ella lo iba a lamentar.
Pero prefería dejar atrás ese hilo de pensamientos que nunca llevaban a nada bueno y centrarse en los detalles del castillo mientras avanzaba a su despacho, congratulándose con cada gárgola o retrato y admirando cada tapiz, había sido complicado, pero el castillo había quedado tal y como era, sin ningún cambio aparente, exceptuando la nueva sala de baile que inaugurarían en navidad, era cierto que mucha gente había sido escéptica de tomar la cámara de los secretos como instalación del centro, pero tras una buena modificación habían conseguido una gran sala de fiestas digna de un colegio como Hogwarts con una digna y merecida fama como bailarines, <aunque eso jamás lo comprenderán los alumnos>, pensó con pesar, pero pronto tuvo que olvidar el baile, la sala, los alumnos y el vals, porque en su despacho ya aguardaban los aurores y Draco Malfoy.

Se miró nuevamente al espejo y sonrió, era ella, hacía mucho tiempo que no sentía una sonrisa de verdad recorriéndole el rostro, pero aunque era autentica... No brillaba igual que antes e incluso se podía ver tras ella un deje de maldad antes inexistente. Pero era ella.
Su cabello estaba recogido en una coleta y caía ondulado hasta los hombros, su ropa era oscura, discreta y desde luego muy apropiada para el lugar al que se dirigían, igual que su escaso maquillaje, el suficiente como para mostrar que se había arreglado pero en la medida justa para que no fuera desproporcionado. Sus piernas estaban visibles desde la rodilla a los tacones negros que llevaba, pero no daba para nada una apariencia equivocada, su aspecto era perfecto para ir a juicio como testigo, de eso estaba segura. Pero lo más imponente era su expresión, sus ojos reflejaban seguridad y fuerza, mirando de forma inquisitiva y analítica todo lo que la rodeaba, sus mejillas tenían la leve sonrojes de alguien que sabe será el centro de atención aunque en realidad no le sea relevante y sus labios formaban una contenida y adecuada sonrisa que moldeaba sus carnosos labios hacía la izquierda, aunque tras ella se intuía un deje de diversión y su mandíbula estaba apretada dejando claro que estaba preparada para defenderse, su barbilla erguida mostraba ese porte casi aristocrático que solía ocultar, aunque como ella se decía, lo llevaba en la sangre igual que la frialdad que la envolvía, dándole un aire de superioridad y perfección difícil de alcanzar si no es propio de uno, pero era parte de ella por mucho que en sus años anteriores en Hogwarts hubiese intentado ocultarlo... Ella podía llegar a ser como esas personas que tanto odiaba, porque en el fondo no era diferente de ellos, simplemente veía más allá de su nariz y era capaz de aceptar la realidad, no era un niña rica absurda y malcriada, sabía lo que era el esfuerzo y el sacrificio, lo que era luchar por lo que quieres hasta que te falta el aliento... Pero eso no hacía que en cierta forma no se creyera superior a muchos y no solo por el contenido de su cuenta bancaria.
A nadie se le escapó el cambio en la actitud de la chica, era obvio que ese lado más oscuro de ella, el más egoísta y cruel había salido a la luz y ya era imposible volver a enterrarlo, ella que había arriesgado su vida y la de quienes amaba por el bien común, ella que había sufrido la pérdida, la soledad... Sus buenos sentimientos no habían muerto, pero se hallaban enterrados muy lejos en lo más profundo de ella, de un alma que se estaba ensombreciendo y pedía apaciguar su propio pesar con el de otros y la castaña no se sentía quién para negárselo. Las oscuridad es fuerte y su mayor poder es el de ocultar y quitar brillo a todo lo que nos hace felices y nos llena de calor y así va volviéndose más fuerte hasta que no puedes ver más allá de tus narices... Y Hermione había comenzado a andar un camino sin retorno.

Cuando los aurores los llevaron a aquel lugar sintió todo su ser estremecerse y desde luego no era por la aparición conjunta, más bien era por saber que su libertad se le escapaba entre los dedos como agua fresca nuevamente, Voldemort ya lo había hecho sentir eso una vez y ahora, nuevamente por su causa lo sentía.
Sabía bien que la única oportunidad de escapar de aquel horrible destino era la misma que había destruido esa misma mañana con sus palabras, había tomado todo lo que había logrado y le había prendido fuego para luego saltar sobre sus cenizas y bailar un paso doble, así era él, siempre echaba a perder lo que le importaba o le hacía falta en beneficio de otros, era un egoísta, pero a la hora de la verdad sus sentimientos puros siempre se anteponían, el sacrificio era algo que había experimentado y llevado a situaciones extremas, pero jamás pudo dejar que alguien que le importara sufriera por él... Pero ¿Hermione Granger le importaba? De puertas a fuera la respuesta sería un claro y rotundo no, pero en su interior, en ese páramo desierto que aislaba de todo el mundo la respuesta parecía ser distinta, porque ella le importaba y aquello corrompía sus estúpidos principios.

En el próximo capítulo...
<<Padre, madre e hijo estaban juntos en una sala por primera vez en meses, pero los nervios, el miedo y los grilletes hacían difícil el reencuentro.>>

Próximo capítulo.
Info.

sábado, 9 de junio de 2012

Capítulo 26: Motivos (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<-Esta es nuestra última noche juntos...- Y ante la desconcertada mirada de la joven solo pudo añadir-. Mañana es mi juicio y a estas horas, estaré rumbo a Azkaban.>>

Capítulo 26: Motivos.

Decir que el camino de vuelta a su dormitorio fue una penitencia era quedarse bastante corto, su conciencia la cual solía apoyar cada una de sus decisiones en una unanimidad esa noche quería hacerla enloquecer, su cabeza era como una sala llena de gente con ideas totalmente opuestas gritándolas ferozmente, todos a una, sin ser oídos o dejar que otros lo fueran, ya no importaba lo que dijeran, simplemente gritaban para que los demás no pudieran ser oídos, esto hacía que un leve pitido inundara sus oídos y un sabor ácido le barriera el paladar, sentía unas ganas terribles de vomitar y echarse a llorar... Todo era confuso, pero cuando abrió su dormitorio y lo vio intentando abotonarse la camisa negra no hubo dudas, tampoco conciencia o razón, sus neuronas puede que ni si quiera pudieran llegar a mandar ningún impulso eléctrico, pero ella ya estaba abrazando con fuerzas a Draco, apenas le importaba que el cuerpo del joven estuviera dolorido y demacrado o que ella misma se estuviese haciendo daño en los tendones de tanto forzar sus brazos, solo importaba él, solo importaba que por unos instantes lo tendría en sus brazos y podría percibir perfectamente su calor y ese olor a lluvia que la hacía sentir en paz.
-Lo siento.
Y esas dos palabras de sus labios hicieron que la poca cordura de Hermione volara lejos, muy lejos, junto a su razón y su vergüenza y ni hablar de qué ocurrió con el recuerdo de Ron, en ese momento solo estaba ella besando los labios de Draco, pero no duró mucho, en menos que canta un gallo ella estaba sentada al borde de su cama y Draco terminaba de vestirse de espaldas a ella, no la miraba, pero era obvio por su pose que estaba a la defensiva, cómo un león esperando el próximo ataque.
-No te quiero cerca, sangre sucia- Y tras tan horribles palabras abandonó la sala con un leve cojeo, pero siempre con la mirada al frente y la pose fuerte y poderosa que poseía.
Y así permaneció ella, en trance mirando hacía la puerta, con los ojos desbordados en lágrimas, la respiración agitada y sus manos temblando ligeramente; así la sorprendió el amanecer, muerta de dolor por un rechazo que ni si quiera entendía, por un rechazo que jamás debería haberle dolido y con un monstruo rugiendo en su interior, la ira.
Se levantó de la cama de un salto, aquello le provocó un débil mareo, pero eso no le impidió moverse con decisión. Levantó su colchón y sacó la cartera dónde guardaba el tabaco, que si bien no estaba prohibido para los mayores de edad, era su mayor secreto. Lo cierto es que no había sido tan difícil como imaginaba conseguir cigarrillos en Hogwarts, pero tampoco había sido barato, tres pergaminos sobre los dementores había sido su pago por un cajetilla de tabaco negro, que si bien al principio había hecho arder su paladar, ahora era una bendición.
Encendió tres cigarrillos y los consumió como si de una carrera se tratara, pero la nicotina y el calor del cigarro en sus dedos eran de lo poco que la calmaba en aquellos momentos, haciendo que su pulso volviera a la normalidad. Al quinto cigarro decidió meterse en la ducha, el agua fría la hacía relajarse y pensar con claridad. Sí, una buena ducha era lo que necesitaba y no lloró hasta que estuvo segura que el ruido de sus lamentos y sus lágrimas quedarían ocultas por el agua que caía por su abundante cabello y seguía la línea de su mandíbula y su cuello para seguir descendiendo por su cuerpo delgado y sin formas... Odiaba su cuerpo, odiaba su personalidad, odiaba su pelo, odiaba sus dientes, odiaba su sangre, odiaba, odiaba... Se odiaba a si misma por ser poca cosa para Malfoy, se odiaba por querer ser algo para Malfoy, se odiaba por no comprenderse, se odiaba por ignorar a Ron y se volvía a odiar por ser tan estúpida que ni ella misma pudiese entenderse.
¿Cómo había llegado a ese pozo de mierda en dónde se hallaba? Porque eso era lo que era, un pozo de mierda de proporciones infinitas, tan grande, profundo y maloliente que sólo pensarlo le revolvía el estómago...
Aún recordaba cómo todo era sencillo en su infancia, si cerraba los ojos podía recordar ir al parque de la mano de su padre, ella solía ir dando saltitos para poder alcanzar las grandes zancadas de su padre, él solía silbar alguna canción que saliera en el anuncio del momento, sintiendo predilección por los de pasta de dientes, ella iba sonriendo, siempre risueña, podía verse con un vestido corto de color verde hasta las rodillas agarrado con unos lazos de seda en los hombros, sus zapatos favoritos blancos de salir, y dos coletas de largo y rizado cabello castaño a cada lado de su pequeña cabecita, sosteniendo un helado de moras en las manos... También podía recordar los inviernos con sus abuelos en Francia, podía recordar la guerra de bolas de nieve con su abuelo y cómo su abuela asomaba la cabeza por la ventana de la cocina, haciendo que el olor a chocolate caliente lo inundara todo y siendo motivo de que su abuelo y ella llegaran a una tregua y salieran de sus escondites para ir de la mano hasta la casa, ella siempre riendo y él contándole anécdotas de los últimos meses en los que no se habían visto mientras sacudía la nieve de su castaño cabello recogido en una trenza... Parecía ayer cuando estaba en la cocina con su madre haciendo unas castañas al horno, impaciente de ella que al tomar una se quemó y tuvo una gran quemadura una semana entera... Pero todo cambió el maldito día que aquella carta llegó junto a Pomona Sprout, la profesora de herbología, la cual explicó su situación, era una bruja.
Sólo unos meses después tuvo que abandonar todo lo que conocía, los paseos por el parque, las tardes cocinando con su madre, las canciones de pasta de dientes tarareadas, las peleas de nieve y el chocolate caliente en los días de invierno.
Aquel mismo día conoció a Harry y Ron y comenzó el suplicio, años de maltratos, hasta ellos, sus mejores amigos, se las hicieron pasar putas, pero eso no la impidió perdonar y durante años arriesgar su vida por ellos... Sí, aquel día, ese maldito trayecto en tren lo cambió todo. Desde aquel día todo había sido dolor, lejos quedaron sus sonrisas continuas y su estruendosa risa... Y al fin llegó la guerra, todo ese dolor, el caos, la inseguridad y el miedo habían hecho mella en sus escasa felicidad, todo había adquirido un matiz grisáceo en su vida.
Si debía elegir el peor periodo de su vida seguramente serían los cuatro meses que había pasado en casa tras la guerra, si aún tenía pesadillas nada era comparable con aquellos días; no tenía fuerzas para salir de la cama y permanecer en ella era cómo pasar días siendo torturada. Su solución era no dormir, tomaba pociones día sí y día también para evitar que Morfeo la atrapara y cuando no quedaba más remedio se dejaba vencer, aunque sus sueños no le daban tregua. Fue en una de esas noches cuando ansiosa y desesperada encontró los cigarrillos de su padre y no dudó en tomarlos y consumirlos como si de agua en el desierto se tratara, desde esa noche el tabaco había sido una de las pocas cosas que le daban descansa. Fue un par de semanas antes cuando descubrió la primera de esa corta lista de “relajaciones”, auto lesionarse. Fue una noche al salir de la ducha, había vuelto a tener un ataque de histeria mientras dormía y había recurrido al agua fría para que ahogara sus sollozos y limpiara sus lágrimas y al salir y ver aquellas palabras sintió ganas de morir, realmente no saltó por la ventana porque la caída desde un primer piso no hubiese ayudado en nada... Pero fue entonces cuando sin ser muy consciente de sus actos tiró su bote de sales de baño favoritas al suelo, tomó un de los cristales y descargó su rabia contra su piel, contra esas malditas palabras... Aquellos día nacieron sus secretos más inconfesables...
Siempre que había hablado con Ginny sobre el amor, recordó mientras secaba su pelo con rabia, Ginny le había dicho que era como si tu corazón latiera a un ritmo incesante, casi doloroso al estar junto a esa persona, cómo si la sangre hirviera en tus venas y luego en la distancia añoraras cada palabra y cada sonrisa y su olor te trae mil maravillosos recuerdos; ella no sentía eso con Ron desde hacía mucho tiempo, puede que jamás lo hubiese sentido con nadie, tampoco con Draco, pero desde luego él era el único que la hacía sentir; cuando estaba a su lado sentía latir su corazón como si este jamás lo hubiese hecho, como si en toda su vida hubiese estado paralizado, en desuso, con él sentía por primera vez como sus arterias transportaban sus sangre llenándola de un agradable calor, como si hubiese estado muerta todos esos años y cuando él estaba lejos añoraba su silencio, añoraba ese espacio que los separaba... Porque entre tanto ruido él era calma, como su rostro y sus ojos... Calma y su olor la trasportaba lejos, a esos días dónde su vida parecía corta, cuando cada mañana podía ser la última y la lluvia caía con fuerza sobre las hojas de los árboles, sobre su rostro y eso la hacía sentir viva, porque podía ser lo último que sintiera.
Sí, ella no estaba enamorada de Draco Malfoy, pero le necesitaba, él era su morfina en aquel pozo de dolor, era el único que no la agobiaba con preguntas y palabras vacías, con promesas de amor y fidelidad, tampoco la asfixiaba con cariño y preocupación, simplemente estaba a su lado de una forma que nadie podía entender, estaba, pero lejos. Sí, ella no quería el amor de Ron que la incomodaba, tampoco quería la preocupación de profesores y compañeros, ni el cariño de Ginny y Harry, ella solo quería desaparecer, sentir como su cuerpo se iba desvaneciendo en el aire, como sus formas se perdían en el espacio... Sólo con él podía sentirse insignificante y pequeña en el mundo y eso era lo que su alma herida necesitaba, desaparecer entre la multitud y ser olvidada por todos.
Por eso y solo por eso iría a ese maldito juicio, porque si su morfina desaparecía de la ecuación lo que venía no sería mucho mejor. No lo haría para ahorrarle el paso por Azkaban, tampoco porque lo creyera inocente, ni mucho menos le perdonaba todo, simplemente lo necesitaba, su parte egoísta gritaba con fuerza y demandante que por nada del mundo lo dejara marchar y desde luego, ella no pensaba desobedecerla, acallando de golpe el resto de sus sentimientos y emociones; era hora de pensar en ella.

En el próximo capítulo...
<<Ella era en definitiva una mujer de rutina estricta y había pocos motivos en el mundo para que ella se dignara a cambiar.>>

Info.

miércoles, 6 de junio de 2012

Nuestra historia.


Solía creer que un día
Contaríamos nuestra historia,
Cómo nos conocimos y las chispas saltaron instantáneamente
Y las personas dirían que somos afortunados.

Solía pensar que el amor era para siempre, que una vez estuviéramos juntos nada nos separaríamos y la gente nos miraría con envidia con el paso de los años por haber encontrado el amor, solía pensar que siempre me amarías como yo te amo, que cuando nos encontramos en aquel pasillo y nos miramos a los ojos todo quedó dicho y hecho...

Solía saber que mi lugar era junto a ti,
Ahora estoy buscando una silla vacía,
porque últimamente no sé en que página estás.

Miro la gran mesa del comedor buscando un nuevo sitio dónde sentarme, siempre pensé que mi sitio era a tu lado en todo, pero no, ahora sé que no es así y no sé dónde estamos, te he perdido entre nuestra historia.

Una simple complicación,
falta de comunicación,
nos hicieron caer.
Tantas cosas que desearía supieras,
Tantas paredes que no puedo atravesar.

Deberías escucharme, pero no voy a insistir más, quisiera que supieras la verdad, pero hemos caído al suelo por una tontería... Te has encerrado en ti y no puedo hacer nada.

Ahora estoy de pie, sola en una habitación repleta de gente
Pero nosotros no nos hablamos,
Y me muero por saber
si esto te está matando a ti,
cómo me está matando a mí.
Ya no sé que decir desde que un giro del destino lo cambió todo,
Y nuestra historia ahora parece más una tragedia.

Miro la gente pasando a mi lado, quiero ir junto a ti pero no puedo, por eso me quedo de pie mirándote, querría ir a tu lado y decirte lo que pienso y lo que siento, pero no nos hablamos y querría saber si esto te hace tanto daño como a mi... Quiero decir tanto, pero no sé qué decir desde que lo supiste, ahora todo parece tan trágico.

Siguiente capitulo

¿Cómo terminamos así?
Nerviosa me recoloco la ropa,
Tratando de parecer ocupada.
Y tú haces lo imposible por evitarme.
Empiezo a creer que algún día contaremos nuestra historia,
Cómo perdía la cabeza cuando te veía aquí,
Pero sostuviste tu orgullo como debiste sostenerme a mí.
Tengo miedo de ver el final porque fingimos que no pasa nada,
Te diría que te extraño pero no sé como...
¡Nunca había oído un silencio tan fuerte!

Estoy sentada en la sala común y recoloco mi ropa intentando que nadie repare en mí, que nadie me mire, que todos me ignoren... No quiero oír preguntas sin respuesta, sólo quiero hablar contigo pero parece que de momento aún te quedan escusas para desaparecer.
Comienzo a pensar que cuando cuentes nuestra historia dirás cómo yo lloraba por los pasillos, cómo me derrumbaba cuando te veía y tu no cediste, pero la misma fuerza que malgastas en ser un orgulloso debería ser la que gastarás estando a mi lado, dándome tu hombro para llorar... Veo lo que se aproxima y querría tenerte a mi lado, pero preferimos fingir, te diría que te extraño pero no sé cómo decirlo... El silencio es demasiado fuerte.

Ahora estoy de pie, sola en una habitación repleta de gente
Pero nosotros no nos hablamos,
Y me muero por saber
si esto te está matando a ti,
cómo me está matando a mí.
Ya no sé que decir desde que un giro del destino lo cambió todo,
Y nuestra historia ahora parece más una tragedia.

La sala común está a rebosar de Slytherin y yo sólo me quedo de pie mirándote, sigues sin hablarme y yo sin hablarte, me muero por saber si esto te hace tanto daño cómo a mí pero no sé que decir desde que lo supiste, esto parece más una tragedia.

Esto está pareciendo a un concurso
De quién puede actuar cómo se le importa menos,
Pero me gustaba más cuando estabas de mi lado,

Estoy harta, es cómo si intentáramos aparentar que nos importa menos que al otro, prefería cuando estabas a mi lado y me abrazabas...

La batalla está ahora en tus manos,
Pero quitaría mi armadura
Si dijeras que prefieres el amor antes que la lucha.

Es tu decisión la que ahora importa, yo dejaré mi coraza si prefieres nuestro amor a luchar.

Tantas cosas que desearías que yo hubiese sabido,
Pero nuestra historia está llegando a su fin.

Tantas cosas que seguramente querrías decirme, pero nuestro final está demasiado cerca...

Ahora estoy de pie, sola en una habitación repleta de gente
Pero nosotros no nos hablamos,
Y me muero por saber
si esto te está matando a ti,
cómo me está matando a mí.
Ya no sé que decir desde que un giro del destino lo cambió todo,
Y nuestra historia ahora parece más una tragedia.
Ahora, ahora, ahora...

Nuestras miradas se encuentran y mis piernas tiemblan, sigo de pie y la gente nos mira mientras seguimos en silencio, me encantaría saber si esto te está haciendo el mismo daño que a mi... Nuestra historia de amor ahora parece un drama, ahora ya no es lo que era, ahora sólo quedan apariencias, ahora... Se termina.

Pero nosotros no nos hablamos...
Y me muero por saber
si esto te está matando a ti,
cómo me está matando a mí.
¡Si!
Ya no sé que decir desde que un giro del destino lo cambió todo,
Y nuestra historia ahora parece más una tragedia.
¡El Fin!
No hacen falta palabras, me encantaría saber si esto te ha roto el corazón cómo me lo ha roto a mí, pero sé que es así, Theo no sé que decirte desde que sabes que debo casarme con otro... Siento que el amor se convirtiera en dolor, nuestra historia trágica terminó...


martes, 5 de junio de 2012

Capítulo 25: Sendero (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Ella que jamás creyó en la adivinación quedó inmóvil unos segundos en aquel oscuro pasillo, sin importar como el frío penetraba por sus pies descalzos... Porque no había sido solo un sueño.>>

Capítulo 25: Sendero.

McGonagall aún se sentía algo perturbada, eran exactamente las cinco y media de la madrugada, o eso indicaba su reloj de cuco que rompía el silencio... Todo estaba yendo mal, horriblemente mal.
-Albus...- dijo finalmente, pero sus palabras se perdieron en su sollozo.
El aludido esperó unos minutos a que su compañera se serenara, porque aunque ella jamás lo admitiría y aunque nadie fuera de aquel despacho lo adivinara, Minerva McGonagall sufría de una forma inimaginable cuando alguien, alumno o profesor sufría una suerte tan particular como horrible que la del joven Malfoy.
-Minerva, sabíamos que no sería fácil, pero todo saldrá bien...
-¡Casi lo matan!- gritó dolida.
-Casi, tú lo has dicho, pero sigue vivo... Todo va cómo debía ir.
-No, esto no debía ser así... Tú no deberías estar muerto, Snape debería seguir siendo el profesor déspota que era, vivo, Draco no debería estar en la enfermería y Hermione...- pero no pudo seguir, porque su voz se quebró.
-Es su destino Minerva, entiéndelo, debemos dejar que las cosas ocurran, facilitar lo más posible todo esto... Pero no podemos evitarlo; sabes que es así.
Y la directora no habló nuevamente, porque sabía con todo su ser que lo predestinado debía ocurrir, sí o sí, que no tenían salida... Ninguno de ellos.
-Directora McGonagall- habló otro retrato conocido-, ¿Cómo se encuentra Draco?
-Mal Snape-, repuso ella-, le han torturado y golpeado hasta el aburrimiento, está dolorido y cansado... Aún sigue inconsciente y Pomfrey no sabe qué más hacer, pero eso sí, sigue llamándolas en sueños...
-Puede que todo sea más sencillo de lo que parece... ¿No?- dijo el moreno más para sí que para los demás... Deseando que todo saliera bien. Deseando que no hubiera más dolor en la vida de sus alumnos favoritos, Draco y Hermione.
-Tranquilos, lo que ha sido predispuesto ocurrirá, sabemos que el camino será duro, pero ambos vencerán... -Y con su común ánimo Dumblendore abandonó su retrato.

Cuando el alba llegó a los terrenos de Hogwarts, llenando con su luz hasta el más recóndito pasillo y aula, Hermione aún no había abandonado la enfermería, llevaba horas velando el sueño de su enemigo, Draco Malfoy; su aspecto era desalentador, su piel blanca había tomado un tono grisáceo y todas sus venas eran visibles, como un mapa de carretera... Su ojos cerrados estaban hinchados y morados, los puñetazos habían sido tan fuertes que cuando Madanne Pomfrey le introdujo una poción a través de los párpados pudo ver como todo el blanco del ojo era ahora escarlata por la sangre de los capilares, sus manos estaban crispadas, demostrando que aún inconsciente el dolor era palpable... Su labio estaba roto y su mandíbula ostentaba un color entre púrpura y azul marino, por lo que sabía, todo su tórax marcaba un color similar, por las fuertes patadas que habían quebrado siete costillas y provocado un sangrado del bazo y la perforación de un pulmón, que aunque ahora ya subsanadas, aún dejaban indicios como el leve sonido que escapaba de sus labios al respirar. Ella misma había lavado la sangre de su rostro y su oscuro cabello, porque antes de que nadie que no fuera la directora le viera, le habían dado la poción; por eso estaba ella allí, para poder suministrársela a escondidas de la enfermera.
Por eso y porque su enemigo solo decía dos cosas tangibles en sueños, el nombre de su madre, Narcissa, la cual ahora se recuperaba en San Murgo y su nombre, Hermione.
Y el reloj seguía su rutina y sus agujas su constante camino, porque el tiempo pasó a ratos rápido y otra veces con una lentitud pasmosa, pero ella jamás se movió de su lado, olvidando las comidas, sus necesidades como la sed o la higiene, obviando el aburrimiento... Porque no podía evitar sentirse culpable, porque si ella hubiese sido mejor bruja, porque si hubiese sabido más magia, si hubiese sido más poderosa... Hubiese podido hacer algo.

-¡Está abriendo los ojos!-gritó una voz chillona que reconoció al instante y deseo, escucharla siempre al despertar... Aunque eso le diera una jaqueca horrible.
-Granger...- fue lo único que salió de sus labios, no era una pregunta, era una afirmación, ella estaba a su lado.
-Estoy aquí Draco, tranquilo...- y ambos oyeron con asombro como pronunciaba su nombre y no su apellido.
-Te vi... estabas allí.
Y la muchacha no dijo nada, solo guardó silencio mientras miraba fijamente al chico que llevaba un dos días durmiendo... Había extrañado su fría voz.
-Llorabas...- y tras oír aquello de sus rotos labios y con su voz quebrada, ella solo pudo volver a llorar, porque saber que él estaba bien por fin, que no moriría por su inutilidad la hizo feliz, demasiado feliz.
-Lo siento.
Él no dijo nada, las siguientes horas las pasaron en silencio, ella sintiendo un calor único, ternura en estado puro al verlo allí mirándolo todo, vivo. Él no dijo nada queriendo decirlo todo, hasta que por fin, unas cuatro horas después de despertar, habló:
-¿Qué día es?
Aquella pregunta desconcertó a Hermione, no lo recordaba con exactitud y tuvo que pensar varios minutos para responder.
-Domingo, deben ser las cinco de la madrugada... Mañana es lunes.
Él la miro con algo diferente en los ojos... ¿Ternura? ¿Agradecimiento? Nadie excepto él podría decirlo con exactitud y en aquellos momentos él no era poseedor de la suficiente sangre fría como para analizarlo.
-Esta es nuestra última noche juntos...- Y ante la desconcertada mirada de la joven solo pudo añadir-. Mañana es mi juicio y a estas horas, estaré en Azkaban.

La conversación no se extendió mucho en el tiempo y tras unos minutos Draco volvió a dormir, esto le dio la oportunidad a la castaña de poder dirigirse a informar a la profesora McGonagall.
-¿Y bien señorita Granger?
-Draco Malfoy a despertado directora.
Minerva observó atentamente a la joven que tenía frente así, la cual había ido a sacarla de sus agitados sueños; su cabello castaño estaba encrespado como hacía años no lo estaba, grandes ojeras apagaban el brillo de determinación que mostraban sus ojos y su pose se mostraba segura y firme, decidida, aunque su aspecto fuera el de alguien que llevaba días sin dormir, lo cual se ajustaba mucho a la realidad...
-¿A qué hora vendrán a por él?- preguntó la prefecta.
-A las siete.
-¿A qué hora es el juicio?
-A las nueve.
Pasaron solo un par de minutos antes de que la joven Hermione Granger volviera a dirigirse a la cansada directora, esta vez el brillo de sus ojos estaba bien pronunciado y borraba cualquier rastro de cansancio, en esos segundos había decidido algo que para ella era importante.
-Me gustaría pedirle permiso para abandonar la escuela durante el tiempo necesario para ser testigo de la defensa.
Y tras concedérselo y ver como la joven desaparecía por un oscuro pasillo, sonrió de forma melancólica, porque su amigo Albus Dumblendore había tenido razón.

En el próximo capítulo...
<<Su cabeza era como una sala llena de gente con ideas totalmente opuestas gritándolas ferozmente, todos a una, sin ser oídos o dejar que otros lo fueran.>>

Info.

sábado, 2 de junio de 2012

Capítulo 24: Ajeno (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Durmió toda la noche en la cama de Draco, porque con las semanas había descubierto que su extraño olor la hacía olvidar sus pesadillas.>>

Capítulo 24: Ajeno.

La semana había sido tediosa para Hermione y todo debido a la ausencia de su compañero, Draco Malfoy. Primero el trabajo en las clases con los alumnos de estudios muggles había aumentado, porque aunque Draco nunca hiciese nada, por lo menos mantenía a ralla a los alumnos de Slytherin y sin él la clase era un caos de notas, risas, voces, hechizos y faltas de respeto; no les quitaba más puntos porque eso afectaría a Gryffindor. También había aumentado el ritmo de sus clases de baile, ya que ahora su pareja era Gabriel el cual parecía no cansarse nunca, dejándola agotada.
Y bueno, luego estaba el detalle del regalo, el cual abrió en su sala común junto con Ginny, formándose de pronto un gran alboroto, el cual todavía a viernes duraba; Draco Malfoy le había prestado un gran collar que debía pesar cerca de medio kilo y era prácticamente todo diamantes y de los buenos; era una gargantilla de oro blanco que iba pegada al cuello, resaltándolo, para luego abrirse en un mar de formas y piedras brillantes que iban en forma de abanico hasta el comienzo de sus pechos, llegando justo a lo que se consideraría un escote llamativo pero elegante, para terminar, en medio de todos los diamantes y delicados detalles una gran esmeralda brillaba justo a la altura apropiada, entre sus clavículas, en el hueco del cuello.
No había querido probárselo, aquello era demasiado y entendía perfectamente el comentario de Draco, porque ella que tenía sabía perfectamente lo que costaba un diamante y aquel collar debía tener cientos, todos perfectos, brillantes y transparentes como el agua, pero su determinación flaqueo ante la insistencia de todas sus compañeras, las cuales miraban a Hermione con una envidia demasiado grande como para ser disimulada, pero el colmo fue cuando todas vieron que debajo del estuche del collar había algo aún más increíble, el autentico regalo; niebla.
Hasta ella comprendió el valor del regalo, porque había leído alguna vez que hacía siglos, la gran hechicera Morgana, había recibido varios regalos de Arturo, su medio hermano, el cual estaba enamorado de ella y convenció a Merlín para crear algo único para la gran hechicera, porque ella adoraba la tierra, el mar, el sol... Y Merlín hizo unas hermosas telas formadas de todo aquello que ella amaba, de estrellas, de río... de niebla. Aquello era un mito, pero cuando tuvo entre sus manos aquella tela de estado gaseoso que caía por su mano, de un tacto indefinido, porque era suave y aterciopelada, pero a la vez intangible... Era, simple y llanamente niebla. Ahora todo Hogwarts cuchicheaba sobre quién podría ser el gran donante de semejantes joyas y de por qué, de entre todas las chicas de Hogwarts, la eligió precisamente a ella para semejante regalo. Aunque ella conocía la respuesta de la primera pregunta, respuesta que se llevaría a la tumba, bien era cierto que se moría por saber respecto a la segunda... ¿Por qué ella? ¿Por qué no Pansy Parkinson, Astoria Greengrass, Daphne Greengrass...? ¿Por qué no a una de sus muchas amantes? Pero lo que de verdad se le hacía cuesta arriba era el no tener a su compañero allí, el no poder mirarlo fijamente a los ojos durante horas, el no poder disfrutar de su silencio... Desde que él se fue, las pesadillas eran muchos más terribles, pero ninguna lo fue tanto como la de aquel momento...
La habitación estaba a oscuras, pero la reconocía, era el salón de la Mansión Malfoy, con su imponente chimenea de piedra. Era cierto que estaba oscuro, las grandes ventanas habían sido tapadas con gruesas cortinas que tapaban la luz de la luna que aún permanecía casi completa, pero eso no le impedía ver a la perfección, intuir cada detalle... Intentó hablar pero le fue imposible.
De repente unos presurosos pasos al otro lado de la gran puerta la sacaron de sus pensamientos, alguien venía, podía diferenciar claramente las pisadas de al menos tres hombres, los cuales además murmuraban levemente alguna que otra vez, escuchó pasos subiendo las escaleras y un grito, un grito desgarrador, de terror, de dolor... Un dolor mucho más allá del físico. También escuchó una voz dura y fría lanzando hechizos, luego el ruido de algún mueble al quebrarse bajo el peso de alguien. Pero todo el barullo culminó en cuestión de minutos con un sonoro golpe, ahora lo único que se oían eran pasos que arrastraban algo, de fondo un llanto.
Tenía el corazón encogido, sabía que no respiraba, pero si lo hubiese hecho en aquel momento no hubiese encontrado el aire. Los minutos pasaban y la melodía macabra que había comenzado un rato antes aún se oía, solo que cada vez más cerca, para culminar con un sonoro portazo, ante ella tres hombres vestidos con túnicas y capas negras y la reconocible máscara; mortifagos. El primero pasó con aire digno en la estancia sin verla, avanzó y se sentó en uno de los sillones de piel verde que allí había, tras esto Hermione dedicó atención al segundo, que para su espanto llevaba casi a rastras a Narcissa Malfoy, la cual gimoteaba en su llanto con los ojos abiertos y perdidos en la nada, temblaba y su aspecto queda muy lejos de la perfecta mujer que conocía, porque sus ojos azules estaban perdidos y carentes de brillo, rodeados de profundas ojeras, su piel estaba amarillenta y habían aumentado sus arrugas, su cabello dejaba notar algunas canas, los labios estaban agrietados... Y su camisón dejaba ver que estaba demasiado delgada.
Pero no pudo ver como la sentaban en el sillón y la ataban mágicamente, tampoco como la obligaban a salir del trance en el que se hallaba... Porque toda su atención se puso sobre el tercer enmascarado, el cual era notablemente el más alto del grupo y cargaba un bulto a su espalda, un bulto que Hermione reconoció como Draco Malfoy.
Draco estaba pálido como la muerte, sus ojos cerrados y los labios llenos de su sangre, la cual provenía del interior de su boca por lo que la castaña podía ver a través de sus labios entre abiertos... Estaba despeinado y llevaba su pijama favorito, el cual consistía en una camiseta grande y ancha de su equipo de Quidditch, Slytherin y un pantalón gris de chándal... Sabía que era su favorito porque a diferencia de sus otros pijamas de seda y algodón, este lo usaba el mayor tiempo posible y acordarse de algo como Draco en la cama de al lado, ambos seguros en su dormitorio de Hogwarts la hizo estremecer... aquello era tan real.
-Despiertalo.
La voz del primer hombre la hizo estremecer, mientras el hombre más corpulento obedecía, lanzaba a Draco al suelo y lo reanimaba con su varita, el joven despertó confuso, pero no tardó ni medio segundo en ponerse en posición defensiva, aunque él también como Hermione sabía que estaba desarmado.
-Draco, quédate quieto-. Y el aludido lo obedeció en cuanto vio lo que el cabecilla tenía a su lado, su madre que lloraba y era apuntada con la varita.
-¿Qué queréis?
-La verdad Draco, solo la verdad.
El cabecilla se puso en pie y comenzó a andar en círculos alrededor de Draco, mientras que el hombre que había transportado a Narcissa la apuntaba con su varita y el matón de casi dos metros se posicionaba cerca de la puerta.
-¿Traicionaste a los nuestros?- preguntó por fin el cabecilla.
-No.
Y aunque la voz de Draco mostraba seguridad su expresión, su mirada, reveló la mentira y aquello horrorizó y atrajo a Hermione por igual.
-Respuesta equivocada-. Y su sagaz respuesta fue ahogada por los gritos de Narcissa.
-¡Parad!- gritó Draco queriendo acercarse a ella-. ¡Si! ¡Lo hice!- siguió gritando, para luego caer al suelo de rodillas viendo como su madre respiraba agitada y lloraba con sus ojos puestos en él, llenos de dolor, pero no por la maldición cruciatus que había soportado, si no por miedo al destino de su hijo.
-Así me gusta, jovencito... ¿Cuál fue exactamente tu misión?- prosiguió el mortifago para luego darle una fuerte patada y lanzarlo hacía atrás con la cara llena de sangre.
-Era un cebo de la Orden del Fénix- pronunció tras recuperar el aliento.
-¡Explicate!- gritó el jefe para luego dirigirse a Narcissa y torturarla nuevamente.
-¡Parad! ¡Dejadla y haré lo que queráis!
Y Hermione supo por la actitud de los tres hombres que tenían a Draco justo dónde lo querían.
-La Orden del Fénix me utilizó para que ofreciera a Voldemort la vida de Dumblendore por el perdón de mi familia; todo era un plan de la Orden... Yo tenía que fingir que quería matar al director para que así todo ocurriera como ocurrió...- Y no pudo continuar porque una nueva patada en su costado lo había arrojado junto a la chimenea.
-¿Cuánto?- Y la joven tembló ante aquella voz casi de ultra tumba.
-¿Cuánto qué?- jadeo Draco mirando en la dirección del castaña, como si la viera y ella quiso por un momento poder ayudar al Draco de sus sueños.
-¿Cuánto llevas ayudándolos?
-Desde segundo, cuando ayudé a Granger con el basilisco- y una tras otra, decenas de patadas se toparon con el cuerpo del joven, Hermione lloraba en silencio, la joven quiso escuchar más, pero entre gritos y risas todo se desvaneció y cuando abrió los ojos vio a McGonagall sacudiéndola en su cama...

-¡Señorita Granger, corra!
-¿Qué ocurre?- preguntó a la directora mientras corrían por los pasillos de Hogwarts a altas horas de la noche, los gritos de Draco en su sueño aún la acosaban.
-Han atacado al señor Malfoy y su madre en su mansión, está muy grave.
Y ella que jamás creyó en la adivinación quedó inmóvil unos segundos en aquel oscuro pasillo, sin importar como el frío penetraba por sus pies descalzos... Porque no había sido solo un sueño.

En el próximo capítulo...
<<-Minerva, sabíamos que no sería fácil, pero todo saldrá bien...
-¡Casi lo matan!- gritó dolida.>>

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miércoles, 30 de mayo de 2012

Detrás de: "Si alguna vez ocurrió" (Capítulos 16, 17, 18, 19 & 20)

De nuevo estoy aquí para desvelaros más secretos de mi historia "Si es que alguna vez ocurrió" que ya casi va a la mitad de la temporada... ¿Impacientes? Espero que sí.


Capítulo 16_ El nombre, “Ensayos” le va que ni pintado porque en este capítulo podemos ver cómo van nuestros protagonista con el baile y darnos cuentas que para Hermione, por mucho que se esfuerce en que no sea así, cuando está con Draco todo se le olvida... Y Ron no es la excepción.
Capítulo 17_ Bueno, por fin hemos tenido el placer de conocer a Michael Bantz y es que este personaje como he dicho en varias ocasiones va a marcar un antes y un después con todas sus apariciones... Pero de momento sólo podemos ver que en cosa de hacer “Desaire” nieta y abuela tiene predilección con Ron.
Capítulo 18_ “Similitud” es quedarse corto al comparar a Draco con Michael y en poco conoceremos más de este singular parecido, porque Hermione jamás había querido darse cuenta que la persona que más quería, su abuelo, era idéntico a Draco...
Capítulo 19_ Este capítulo nos ha desvelado el secreto mejor guardado de Hermione... Su familia paterna está forrada y ella es la heredera... Desde luego es algo a tener en cuenta que siempre que hay alcohol de por medio uno puede llegar a contar lo que sea, incluso a su peor enemigo... Porque aquella noche hubo una “Tregua”.
Capítulo 20_ “Enemigo” nos deja ver cómo Michael en cierta forma le ha tomado cariño a Draco y cómo es capaz de disimular delante de los amigos de Hermione, además, podemos darnos cuenta de que Hermione cada vez se siente más unida a Draco. ¿En qué terminará todo esto?

Detrás de los próximos capítulos...

Capítulo 23: Sabido (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Simplemente estaba sentada en el frío suelo del baño, con la cabeza de Malfoy apoyada en su hombro izquierdo.>>

Capítulo 23: Sabido.

Muchas veces uno desea que el tiempo se detenga, otras muchas simplemente que avance lo más lento posible, en otras ocasiones solo deseamos poder volver atrás y apreciar un poco mejor lo vivido, pero en todos los casos solo hay una verdad, nada en el mundo, por mucha magia que contenga, tiene más valor que un recuerdo y el valor de este reside en que cada momento es único e irrepetible, pueden ser similares, pero jamás iguales. Por esto, cuando Hermione descubrió que ambos estaban dormidos, ligeramente abrazados y que la túnica de Draco los cubría para calmar en algo el frío solo pudo contener las lágrimas. Porque ella sabía que aquel chico ya no era el mismo al que odiaba con todas sus ganas, no sabía quién había cambiado más, él, ella o las circunstancias; puede que un cúmulo de todo ello fuera lo que ahora, teniendo lo que parecía ser una vida perfecta, hiciera que ella se sintiera infeliz.
No muchas veces uno puede tener un novio que te quiere de verdad y al que has amado en secreto años, no siempre puedes conservar amigos tan sinceros como los suyos, solo aveces tu éxito en la vida sentimental es compartido con los estudios... No siempre eres un héroe de tu mundo...
Pero ahora que lo pensaba, por qué cuando aquel chico de ojos grises y fríos, sonrisa falsa y mente calculadora estaba lejos ¿Todo parecía perder importancia? La respuesta parecía clara, pero eso no la hacía menos aterradora; aterrador, una palabra que describía bien sus sentimientos cuando estaba cerca de Malfoy, porque él era la pura esencia del terror mismo, desprendía algo por todos sus poros, exhalaba algo en su aliento que hacía que todos a su alrededor le temieran y respetaran, pero ella jamás lo había sentido hasta hacía poco. Su perfecta vida se venía abajo y parecía darle igual mientras que bajo los escombros él estuviera con ella.
Porque Hermione Granger se estaba enamorando de su enemigo, Draco Malfoy.

Cuando ambos estuvieron despiertos apenas se miraron y mucho menos hablaron, él tomó su túnica y junto a ella avanzó en la oscuridad para llegar a su dormitorio, pero él no durmió, no tenía intención, simplemente se sentó en su cama, no sin antes haber cogido su botella de whisky de fuego del baúl y comenzó a dar sorbos sin ton ni son, hasta que ella se sentó a su lado y le arrebató la botella para que el cálido líquido ardiera en sus labios, su lengua, su garganta y sus venas.
El silencio estaba bien, no era un silencio incómodo que necesitaba ser llenado con palabras banas y seguramente estúpidamente desacertadas; no, era un silencio de mutuo entendimiento, simplemente se turnaban la botella para beber, ambos necesitaban acallar sus consciencias y olvidar sus vidas, necesitaban ahogarlo todo en alcohol, porque mañana, sería otro día.

-Te amo, Hermione.
-Yo también, Ron- y Hermione se sintió la peor mentirosa.
Allí estaban todos, la sala común de Gryffindor estaba vacía a excepción de Ginny, Ron, Harry y ella, era lunes por la noche y su abuelo ya había vuelto rumbo a casa hacía dos semanas, no sin antes recordarle su perdida apuesta.
-¿Qué haréis este año en navidad?- preguntó para ver si había una posible huida.
-¿No te has enterado?- preguntó Ginny sorprendida-,mi madre y Narcissa Malfoy han preparado una cena familiar en noche buena y una comida en navidad, ambas en una mansión de la familia Black... Cómo si fueran las mejores amigas de toda la vida.
-Eso significa que tendremos que ver a Malfoy...- rumió Ron.
-¿Y tú?- preguntó Harry.
-Yo tengo que ir a visitar a mi abuelo, quiere pasar todas las fiestas conmigo... ¿Cómo negárselo?- rió con cierto alivio, Draco no podría disolver su compromiso y entonces ella se vería libre de su apuesta.
Pero la conversación no duró mucho más, ya que todos los presentes estaban agotados, principalmente la castaña, la cual había pasado la noche anterior despierta y bebiendo junto a Malfoy, como solían hacer a menudo, aunque apenas se hablarán seguían compartiendo esos momentos de silencio y alcohol, si bien el no la había mirado desde que perdiera el conocimiento... Pero así era él, ya se estaba acostumbrando, por eso, cuando con paso decidido irrumpió en su habitación vio un paquete en su cama con una nota escrita con la letra de Draco su corazón dio un vuelco; eso no entraba en lo que pensaba de él. Con el corazón en la garganta y las manos temblando abrió la tarjeta y comenzó a leer.
<<Dentro de unos días es el juicio y McGonagall me ha dado permiso para volver a casa con mi madre, porque seguramente serán mis últimos días de libertad; de todas formas, tú seguro puedes asistir al baile y previniendo por si (Merlín lo quiera) puedo ir, te regalo esto para que encargues un vestido, *he pensando que te quedará bien*. No lo rechaces, no es un acto de caridad, simplemente no quiero que mi pareja haga el ridículo y me arrastre a mí también.
Dentro de la caja hay un collar, McGonagall pidió a mi madre que te lo prestara al ser un reliquia de la familia de Slytherin. Cuídalo, vale más que tu vida y la mía y no quiero que la ira de mi madre caigo sobre mí por alguna metedura de pata con tu nombre.
Con esto me despido, esperando poder volver a verte y así molestarte como tanto me gusta hacer;
Draco Malfoy.
Pdta. La próxima ronda invitas tú.>>

Y tuvo el certero alivio de que pasara lo que pasara, por muchas notas extrañas que dejara, él seguía siendo Draco Malfoy y con ese pensamiento e ignorando completamente la caja, durmió toda la noche en la cama de Draco, porque con las semanas había descubierto que su extraño olor la hacía olvidar sus pesadillas.

En el próximo capítulo...
<<Sin él la clase era un caos de notas, risas, voces, hechizos y faltas de respeto; no les quitaba más puntos porque eso afectaría a Gryffindor.>>

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lunes, 28 de mayo de 2012

Capítulo 22: Pasado (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Minutos después ya no temblaba, solo miraba el techo de los vestuarios, evitando unos ojos castaños y poco a poco, cayó en la inconsciencia..>>

Capítulo 22: Pasado.

No quería irse, pero debía hacerlo, debía hablar con McGonagall y aún no sabía como explicar su desaparición a sus amigos... Por eso tenía que irse de esos vestuarios y quiso pedir ayuda como cuando él cayó al suelo, pero supo que no podía, por eso lo arrastró hasta una de las duchas con puerta y salió a toda prisa hacía el castillo, porque con suerte el rubio despertaría antes de que la poción dejara de tener efecto y podría entrar en los dormitorios y si no ella podría llegar con la directora y encontrar una solución, porque acababa de cruzar la línea y eso la ponía nerviosa, había hecho varias veces pociones prohibidas, pero nunca una le hizo utilizar su propia sangre, propiedad que tienen solo las pociones que entran dentro de la calificación de magia negra. Pero lo peor era que aunque él fuera su enemigo ella lo había salvado y después de ello no quería abandonarlo inconsciente, lo que demostraba que estaba perdiendo el juicio.

Era lunes al medio día y Hermione descansaba en su habitación antes de su clase de Estudios Muggles, aunque en realidad no podía descansar a pesar de haber pasado una noche espantosa... Porque seguía pensando en él.
Desde que se lo había encontrado en el gran comedor a la hora de la cena sintió que toda ella se contraía, se hacía pequeña, su mirada azul como el mar la congelaba más allá del alma y provocaba que sus manos sudaran y su voz sonara temblorosa.
Solo él tenía ese poder en ella; ni Lord Voldemort había causado eso ella, porque ante ese ser ella se crecía, su miedo era palpable, pero eso y la gente que amaba y debía proteger le daban fuerzas y jamás, jamás, sintió aquello. Pero no entendía su reacción, Draco Malfoy era un chico comparable a Blaise Zabini, guapo, orgulloso y con un pasado oscuro, además de ser especialmente despreciables y calculadores... ¿Entonces por qué solo Draco la hacía estremecer de miedo? Puede que jamás lo supiera, pero lo cierto era que en aquel momento lo sintió más que nunca.
Desde aquel instante Draco no le había vuelto a dirigir la palabra, ni para bien, ni para mal. Tampoco hablaba apenas con su abuelo y solo le respondía con monosílabos y cuando fueron al ensayo alejó encontrarse mal, por ello la castaña tuvo que practicar con Gabriel.
Su actitud era desquiciante y sabiendo como se comportaba en clases, podía imaginar que aquella fachada de hielo solo aumentaría en las siguientes horas, aunque puede que se acostumbrara a ello, porque el frío de la indiferencia era mejor al ardor del odio o en su defecto del deseo que en algunas nefastas ocasiones tomaba control de ella. Sí, el frío era mejor, porque gracias a él no sentía nada y aunque sus amigos lo notaran nadie dijo nada.

-Siguiente pregunta-, dijo Michael tras responder qué era un televisor.
-Señor Bantz- dijo Cindy de Slytherin-, ¿Para qué sirve un retulador?
-Querrás decir un rotulador... ¿No?- y ante el asentimiento de la joven el comenzó su explicación-: Un rotulador hace las funciones de la pluma, solo que lleva tinta de color en su interior y así no tienes que usar tintero- y ante su explicación muchos alumnos lanzaron exclamaciones-. Siguiente.
-Señor- dijo un digno Gryffindor-, yo querría hacerle dos preguntas y espero que sea sincero y no se moleste.
-Claro que seré sincero, muchacho- contestó digno e intrigado el anciano-. Pregunta.
-¿Qué bando tomó usted en la segunda guerra muggle?
Michael Bantz tomó unos minutos pensando su respuesta, la forma correcta de decirlo, aunque sabía que no había forma de hacerlo porque conocía bien la siguiente pregunta... Aquel era un tema que jamás tocaba y todos sus conocidos respetaban.
-Como habréis adivinado algunos soy de origen alemán y la guerra me pilló en Berlín, formé parte de las juventudes Hitlerianas.
Todos los presentes tomaron el aliento lentamente, la semana pasada habían estudiado dicha guerra y los recuerdos de lo estudiado, de las atrocidades de dicho bando estaba muy frescos, puede que ante la similitud de lo ocurrido hacía menos de seis meses.
-¿Por qué?
La pregunta no lo pilló desprevenido, la esperaba como esperarías una bala tras oír el gatillo, pero eso no significaba que supiera la respuesta.
-Sinceramente, no lo sé; puede que fuera la estupidez que nos domina cuando somos jóvenes e inmaduros, puede que fuera el deseo de algo más de poder y fortuna... Puede que pensara que luchaba por lo correcto.
-¿Lo correcto?- preguntó otro alumno de Gryffindor.
-Sí, lo correcto. Yo creía fielmente en que había clases, no solo por tu nivel económico, si no por dónde naciste, por tu familia, por tu piel he incluso por tus ojos... Siempre pensé que yo era superior a otras personas por haber nacido como era y dónde lo había hecho y por ello no me importaba mandar a la muerte a gente inferior...
-¿Por qué cambió de idea?- preguntó Draco dejando a todos pasmados ante su intervención.
-¿Quién dice que lo hice?- preguntó Michael al joven-. En el fondo sigo pensando que ciertas personas son superiores a otras, sigo manteniendo que hay clases y que estas es mejor que no se mezclen... Pero cambié de idea por amor, como todos; mi mujer es judía, se suponía que era todo lo contrario a mí, mi máxima enemiga, pero cuando la guerra terminó y me metieron preso ella estuvo allí, venía a verme para recordarme como maté a su hermano, me odiaba... Pero un día todo cambio y me dí cuenta que solo la tenía a ella y que era un gran mujer, lejos de su condición.
-¿Y todo el mundo perdonó su conducta?- preguntó un Slytherin.
-No. Durante años fui un apestado, no tenía trabajo y me habían quitado todo lo que era mío, aparte de que en prisión me marcaron para que todos supieran lo que era... Pero con los años superé todo aquello y aquí estoy.
-¿Marcado?- y esta vez fue su nieta quien preguntó, aún incrédula.
Y sin más Michael arremangó su camisa en el brazo izquierdo y retiró la muñequera de piel que siempre llevaba y bajo ella ahí estaba la esvastica. Todos reconocieron las similitudes con los mortifagos y Hermione no pudo evitar mirar a los ojos ahora azules de Draco.
-¿Se arrepiente?- preguntó de nuevo Draco sin mostrar ninguna expresión en su rostro.
-No, porque sin esas decisiones no estaría dónde estoy.
Pero Draco no se quedó mucho más tiempo y ante la atenta mirada de Hermione salió del aula, nadie más aparte de su abuelo pareció notarlo, estaba pálido y comenzaba a temblar... La poción otra vez estaba dando problemas y tras dejar a sus alumnos al cuidado de su abuelo Michael, salió en busca del joven Slytherin.
-¡Legendre!- lo llamó por su falso apellido.
-¡Vete!- contestó él con su voz natural.
-Voy a entrar- y antes de terminar la frase, ya estaba dentro de la habitación.
-Déjame en paz...- volvía a ser la voz de Tyl.
Hermione tomó aire unos minutos y avanzó siguiendo la voz y los débiles gemidos del joven, tomo su varita y con un alohomora abrió la puerta del baño, la cual dejó al descubierto a un joven con cabellos rubios con mechas negras, sus ojos iban descendiendo del azul intenso al azul grisáceo, su piel ahora era de su tonalidad normal, muy pálida, puede que incluso más.
-¿Estás bien?
Y supo nada más abrir la boca que había dicho una tontería, pero ese era su mayor defecto, no encontrar las palabras adecuadas en momento como aquellos, en momento donde eran necesarias.
-Sí- dijo a duras penas con sarcasmo-, me encuentro tan bien que si quieres ahora mismo, aquí mismo nos bailamos un tango...- y mientras decía esto se apoyaba en la pared del baño, cayendo lentamente al suelo.
Hermione estaba inquieta, sabía lo que tenía que hacer, pero eso no significaba que le agradara la idea, pero tampoco le agradaba abandonar el lugar y dejarlo a su suerte, a la espera de que alguien lo encontrara, lo reconociera y luego lo ayudara, sin antes lincharlo... Él solo la tenía a ella.
-Abre la boca, Malfoy-. Y aunque su pulso no era firme, su voz era como acero.
Tomó una horquilla que usaba para mantener a raya su pelo de la cara, mordió el extremo rompiendo el plástico que recubría esa parte y dejó al descubierto el metal, tomó aire y como pudo, a duras penas y con un dolor insufrible, hizo un corte en su muñeca derecha, para luego ir acercándola al joven.
-Ni se te ocurra- susurró este cuando se se dio cuenta de sus intenciones.
-Es la única manera, la única manera...- canturreó la joven casi como una canción de cuna mientras él tragaba su sangre, su voz era acompasada y tranquila, porque por extraño que fuera todo el miedo y la angustia habían desaparecido... Simplemente estaba sentada en el frío suelo del baño, con la cabeza de Malfoy apoyada en su hombro izquierdo, mientras que su muñeca derecha descansaba sobre los labios del joven.

En el próximo capítulo...
<<Nada en el mundo, por mucha magia que contenga, tiene más valor que un recuerdo.>>

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