martes, 22 de mayo de 2012

Querido Ausente.


Querido Ausente.

Querido Ausente, hace mucho que no estás, que te fuiste... Hace mucho.
Aveces en el eco de los pasillos me asalta tu voz y tus pasos, si cierro los ojos un olor a café y cigarrillos conocido me abruma; no te olvido.
En mi sonrisa puedo encontrar un billete a tu recuerdo, a los días de calor, a los juegos y los columpios, los deberes de matemáticas sin acabar, los castigos y los no volveré a hablar en clase.
Querido Ausente, ese eras tú, mi gran maestro de la ironía y el humor, mi primer profesor en la vida... Pero tú te fuiste antes de tiempo; no me dejaste cumplir mi promesa.
Querido Ausente con los años ya no pudiste cargarme en tus brazos, ya no podías saber que pensaba y desde luego no podías comprender como el tiempo me había cambiado. Lo siento.
Querido Ausente, cuando fui capaz de reaccionar hable contigo y nuestras últimas palabras fueron un simple hasta el lunes, no sabes cuánto lo lamento, no sabes cuánto me duele.
Ese lunes nunca llegó.
Querido Ausente ¿Cómo te sentiste cuando el aire abandonó tu cuerpo y tus párpados se sintieron pesados cómo hierro?
Dijeron que no sufriste, pero algo en mi me dice que sí... ¿Sentirías cómo tu corazón “explotaba” para luego dejar de latir? ¿Pensarías en todo lo que dejabas atrás? ¿En ese nieto de pocos meses? ¿Mujer, hijos? ¿En una de esas comidas de jubilación que tanto te gustaban y divertían, la que iba a ser en tu honor en un mes? ¿En tus alumnos? ¿En gente como yo?
Querido Ausente, aquel 18 de Febrero de 2011 cerraste tus ojos por última vez, dejando atrás ese mundo que tanto amabas y te amaba.
Querido Ausente, aquel día perdí una parte de mi misma.
Querido Ausente... Pero gané otra, una parte que te recuerda siempre, porque aquella alumna a la que curabas las heridas sentada en una estantería después de una caída jamás olvidará tu risa viva y fuerte, como tú.
Don Juan, Querido Ausente.

En recuerdo de aquel profesor que me enseñó la lección más importante: Vivir.

2 comentarios:

  1. Es precioso, consigues crear el ambiente al lector del sentimiento que has expresado.
    Siempre me dejas sin palabras. Me ha encantado (L)

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    1. Gracias, de verdad, siempre me animas a seguir escribiendo!

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