martes, 15 de mayo de 2012

Capítulo 12: Descaro (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<-¡Despierta! ¡Despierta Draco!
Draco no hizo alusión a su nombre, solo se removió molesto y gruño un indescifrable <¡Déjame mamá!> para proseguir con su tarea, dormir.
-¡¡Despierta, Hurón!!>>

Capítulo 12: Descaro.

Hermione pasó un buen rato mirando fijamente al rubio que dormía en su cama, el cual agarraba con fuerza su almohada como si esta fuera a salir huyendo en cualquier momento. Según él McGonagall ya estaba al tanto de lo de anoche, pero eso solo dejaba más interrogantes ante ella... El principal era si podía confiar en Malfoy.
Una parte de ella, la más irracional y humana, con voz de niña de unos once años clamaba porque lo estrangulara allí mismo y luego saliera a arreglar el caos que seguramente ese hurón había causado, porque Malfoy era sinónimo de traidor. Luego estaba la parte bondadosa que pedía una oportunidad para aquel joven con cara de ángel, porque todos podemos cambiar, decía, haciendo que la voz infantil volviera ha alzarse con el grito al cielo clamando una simple frase con mucho poder <¡Es un Malfoy!>, a lo que la parte bondadosa volvía a decir <Comete errores como todos, él está arrepentido...> y por si éramos pocos, parió la abuela; la parte racional hacía aparición con su lógica fría e indiscutible <Draco Malfoy es un cerdo asqueroso, un mortifago y un asesino, si bien no le conviene ponernos en su contra más aún cuando tenemos que preparar esa poción, la cual lleva mucho ingredientes venenosos... Si sabe lo que le conviene, y es obvio que lo sabe, no hará nada que ponga en peligro su integridad, está tan atado de pies y manos como nosotras... No hará nada>.
Hermione no sabía de qué preocuparse más, si de escuchar voces en su cabeza, si que estas defendieran a Malfoy o peor aún, que tuvieran razón, aunque para asegurarse decidió mantener una charla con Malfoy, aunque antes de nada, una ducha sería una gran idea.

Cuando Draco abrió los ojos tras desperezarse como un gran león se percató de lo avanzada que estaba la tarde y lo mucho que había dormido, luego tuvo que pararse a pensar por un momento en dónde estaba, pero el olor a hierbabuena de aquellas sábanas era inconfundible, estaba en la cama de Hermione Granger. Lo siguiente que llegó a sus sentidos fue el ruido del agua cayendo y casi sin pensarlo estaba aporreando la puerta hecho un energúmeno, porque si mal no se acordaba, cada vez que Hermione estaba en un baño cerca de él acababa casi muerta y se había comprometido a cuidarla... Ahora que lo pensaba no entendía por qué diablos se había comprometido a semejante tarea titánica, porque como bien le dijo hacía unas horas, ella sentía una especial predilección por arriesgar su vida y dicha cualidad tenía la firma Potter.
-¿Qué quieres?- su voz era fría, cortante y denotaba una molestia considerable.
-Asegurarme de que no estabas medio muerta en el baño- contestó Draco-. Otra vez- añadió mientras ponía los ojos en blanco y de paso, la incordiaba un poco; la buenas costumbre nunca mueren ¿no?
Ella no contestó y lo apartó de su lado con un empujón digno de toda una leona, se sentó en su cama y con todo su descaro, que ahora que pensaba no sabía de dónde había salido, comenzó a quitarse la toalla para secarse, dejando al mismísimo Draco Malfoy como una piedra, blanco y rígido... y no solo en los lugares obvios.
-¿¡Pero qué haces!?
-Es mi habitación- dijo encogiéndose de hombros.
-¡Loca!¡Qué estás loca!- gritó él rojo como un tomate y saliendo precipitadamente de la habitación, dejando a una Hermione sonriente y ahogada de risa, porque dejar de piedra al rey de los descarados, no tiene precio... ¿O sí?

Después de haber estado riendo un buen rato tras haber disfrutado de su desnudez delante de Malfoy decidió hacerlo sufrir tardando un muy buen rato en salir, aprovechando el tiempo en peinarse concienzudamente hasta terminar con el pelo casi alisado, solo levemente ondulado y para también echarse todas las pociones que Ginny y la revista “Corazón de bruja” recomendaban, desde pociones retardantes para el vello a un elixir que hacía que los dientes no solo estuvieran limpios y blancos, si no a que brillaran levemente para así captar siempre la atención. No es que fuera presumida, eso jamás, pero ya que su única escusa, la falta de tiempo, había quedado en nada, no tenía motivo para escaquearse de cuidarse un poco, lo cual, aveces no estaba mal.
Tampoco escatimó en tiempo para elegir ropa, no es que quisiera ponerse nada espectacular, pero si bien era cierto que solo usaba camisetas, sudaderas y vaqueros, tenía miles de ellos. Tantos, que su madre solía bromear diciendo que ella solo acaparaba el comercio mundial de vaqueros... Si, ya, la broma no era muy buena, pero así son las madres. Y con este recuerdo que la hizo sonreír levemente salió del dormitorio con su vaquero azul oscuro entallado y de cintura alta y una camiseta negra con el león de Gryffindor que rugía cuando alguien lo tocaba... Su última adquisición del callejón Diagón, la cual seguro apasionaba a Ron y Harry. <Ron y Harry... ¿Estarán preocupados?> Pero no tuvo mucho tiempo de seguir pensando, porque nada más abrir la puerta una cabellera rubia entró casi como un tornado... Tocaban las explicaciones y ella estaba deseosa de escucharlas...
-¿Y bien?- preguntó el rubio ya sentado sobre la cama.
-Lo primero, fuera de mi cama, Malfoy- dijo ella señalándolo acusadoramente, como si de estiércol de dragón se tratara-. Ahora bien...- prosiguió cuando vio como este la ignoraba, sabedora de que poco tenía que hacer respecto a ese punto-, ¿Qué pasó anoche exactamente?
-No lo sé, te seguí y no preguntes por qué-, añadió al ver como la castaña iba a comenzar su discurso-, puede que porque me dabas lástima, pero sinceramente no me importa. Estuve esperando cuatro horas junto al baño de prefectos y al ver que no salías creí que habías hecho un idiotez, por eso entré y te encontré tirada en el suelo en un charco de sangre con un buen golpe, te llevé con Madanne Pomfrey, te curó y mientras hablé con McGonagall-. Hizo una pausa y aguardó por alguna pregunta, pero la castaña continuaba callada-. Me dijo que estuviera pendiente de ti y que si fuera necesario cambiara la cama con Tina, que era precisamente lo que ella te iba a pedir cuando te fuiste... Así que no se quejó. Aunque puede que no se quejara- prosiguió este algo pensativo-, porque les borré la memoria. Tranquila- dijo mirándola fijamente, sonriendo de forma maquiavélica-, sólo tu y yo sabemos cuanto te afecta eso que tratas de esconder...
Hermione quedó muda, no sabía si bien de espanto o de asombro, lo único que sabía es que estaba de pie, mirando fijamente a Malfoy y con la boca abierta de par en par, como un gran túnel.
-Veo que te has quedado sin palabras...- contestó Draco poniéndose en pie- Ahora por qué no vamos a cenar y ya esta noche me muestras lo de antes...- Hermione cerró los ojos al sentir el aliento de Draco en su nuca- Y nos divertimos un po...- Draco calló al instante cuando sintió la mano de Hermione estrellándose en su mejilla, tocarle el culo había sido demasiado para ella y también demasiado... Divertido para él.
-No te atrevas a tocarme... - dijo lentamente ella mientras lo miraba con odio y asco, mucho asco.
-Lo siento, es que normalmente las furcias no solo enseñan, si no que se dejan por una buena cantidad- añadió el rubio mientras salía por la puerta-. Aunque es cierto que tú como puta durarías poco, nadie te daría ni un galeón.
Y tras decir esto y dar un sorbo a la poción comenzó a bajar la escaleras, dejando a una castaña rabiosa y con ansias de venganza... La había llamado puta en su cara y eso no lo iba a perdonar, se juro mientras perdía de vista aquella ahora oscura cabellera.

En el próximo capítulo...
<<-Hola Hermione, Ron y Harry te han estado buscando como locos... ¿Dónde te metes eh?- saludó su amiga con una sonrisa divertida.>>

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