martes, 5 de junio de 2012

Capítulo 25: Sendero (Si es que alguna...).


En el capítulo anterior...
<<Ella que jamás creyó en la adivinación quedó inmóvil unos segundos en aquel oscuro pasillo, sin importar como el frío penetraba por sus pies descalzos... Porque no había sido solo un sueño.>>

Capítulo 25: Sendero.

McGonagall aún se sentía algo perturbada, eran exactamente las cinco y media de la madrugada, o eso indicaba su reloj de cuco que rompía el silencio... Todo estaba yendo mal, horriblemente mal.
-Albus...- dijo finalmente, pero sus palabras se perdieron en su sollozo.
El aludido esperó unos minutos a que su compañera se serenara, porque aunque ella jamás lo admitiría y aunque nadie fuera de aquel despacho lo adivinara, Minerva McGonagall sufría de una forma inimaginable cuando alguien, alumno o profesor sufría una suerte tan particular como horrible que la del joven Malfoy.
-Minerva, sabíamos que no sería fácil, pero todo saldrá bien...
-¡Casi lo matan!- gritó dolida.
-Casi, tú lo has dicho, pero sigue vivo... Todo va cómo debía ir.
-No, esto no debía ser así... Tú no deberías estar muerto, Snape debería seguir siendo el profesor déspota que era, vivo, Draco no debería estar en la enfermería y Hermione...- pero no pudo seguir, porque su voz se quebró.
-Es su destino Minerva, entiéndelo, debemos dejar que las cosas ocurran, facilitar lo más posible todo esto... Pero no podemos evitarlo; sabes que es así.
Y la directora no habló nuevamente, porque sabía con todo su ser que lo predestinado debía ocurrir, sí o sí, que no tenían salida... Ninguno de ellos.
-Directora McGonagall- habló otro retrato conocido-, ¿Cómo se encuentra Draco?
-Mal Snape-, repuso ella-, le han torturado y golpeado hasta el aburrimiento, está dolorido y cansado... Aún sigue inconsciente y Pomfrey no sabe qué más hacer, pero eso sí, sigue llamándolas en sueños...
-Puede que todo sea más sencillo de lo que parece... ¿No?- dijo el moreno más para sí que para los demás... Deseando que todo saliera bien. Deseando que no hubiera más dolor en la vida de sus alumnos favoritos, Draco y Hermione.
-Tranquilos, lo que ha sido predispuesto ocurrirá, sabemos que el camino será duro, pero ambos vencerán... -Y con su común ánimo Dumblendore abandonó su retrato.

Cuando el alba llegó a los terrenos de Hogwarts, llenando con su luz hasta el más recóndito pasillo y aula, Hermione aún no había abandonado la enfermería, llevaba horas velando el sueño de su enemigo, Draco Malfoy; su aspecto era desalentador, su piel blanca había tomado un tono grisáceo y todas sus venas eran visibles, como un mapa de carretera... Su ojos cerrados estaban hinchados y morados, los puñetazos habían sido tan fuertes que cuando Madanne Pomfrey le introdujo una poción a través de los párpados pudo ver como todo el blanco del ojo era ahora escarlata por la sangre de los capilares, sus manos estaban crispadas, demostrando que aún inconsciente el dolor era palpable... Su labio estaba roto y su mandíbula ostentaba un color entre púrpura y azul marino, por lo que sabía, todo su tórax marcaba un color similar, por las fuertes patadas que habían quebrado siete costillas y provocado un sangrado del bazo y la perforación de un pulmón, que aunque ahora ya subsanadas, aún dejaban indicios como el leve sonido que escapaba de sus labios al respirar. Ella misma había lavado la sangre de su rostro y su oscuro cabello, porque antes de que nadie que no fuera la directora le viera, le habían dado la poción; por eso estaba ella allí, para poder suministrársela a escondidas de la enfermera.
Por eso y porque su enemigo solo decía dos cosas tangibles en sueños, el nombre de su madre, Narcissa, la cual ahora se recuperaba en San Murgo y su nombre, Hermione.
Y el reloj seguía su rutina y sus agujas su constante camino, porque el tiempo pasó a ratos rápido y otra veces con una lentitud pasmosa, pero ella jamás se movió de su lado, olvidando las comidas, sus necesidades como la sed o la higiene, obviando el aburrimiento... Porque no podía evitar sentirse culpable, porque si ella hubiese sido mejor bruja, porque si hubiese sabido más magia, si hubiese sido más poderosa... Hubiese podido hacer algo.

-¡Está abriendo los ojos!-gritó una voz chillona que reconoció al instante y deseo, escucharla siempre al despertar... Aunque eso le diera una jaqueca horrible.
-Granger...- fue lo único que salió de sus labios, no era una pregunta, era una afirmación, ella estaba a su lado.
-Estoy aquí Draco, tranquilo...- y ambos oyeron con asombro como pronunciaba su nombre y no su apellido.
-Te vi... estabas allí.
Y la muchacha no dijo nada, solo guardó silencio mientras miraba fijamente al chico que llevaba un dos días durmiendo... Había extrañado su fría voz.
-Llorabas...- y tras oír aquello de sus rotos labios y con su voz quebrada, ella solo pudo volver a llorar, porque saber que él estaba bien por fin, que no moriría por su inutilidad la hizo feliz, demasiado feliz.
-Lo siento.
Él no dijo nada, las siguientes horas las pasaron en silencio, ella sintiendo un calor único, ternura en estado puro al verlo allí mirándolo todo, vivo. Él no dijo nada queriendo decirlo todo, hasta que por fin, unas cuatro horas después de despertar, habló:
-¿Qué día es?
Aquella pregunta desconcertó a Hermione, no lo recordaba con exactitud y tuvo que pensar varios minutos para responder.
-Domingo, deben ser las cinco de la madrugada... Mañana es lunes.
Él la miro con algo diferente en los ojos... ¿Ternura? ¿Agradecimiento? Nadie excepto él podría decirlo con exactitud y en aquellos momentos él no era poseedor de la suficiente sangre fría como para analizarlo.
-Esta es nuestra última noche juntos...- Y ante la desconcertada mirada de la joven solo pudo añadir-. Mañana es mi juicio y a estas horas, estaré en Azkaban.

La conversación no se extendió mucho en el tiempo y tras unos minutos Draco volvió a dormir, esto le dio la oportunidad a la castaña de poder dirigirse a informar a la profesora McGonagall.
-¿Y bien señorita Granger?
-Draco Malfoy a despertado directora.
Minerva observó atentamente a la joven que tenía frente así, la cual había ido a sacarla de sus agitados sueños; su cabello castaño estaba encrespado como hacía años no lo estaba, grandes ojeras apagaban el brillo de determinación que mostraban sus ojos y su pose se mostraba segura y firme, decidida, aunque su aspecto fuera el de alguien que llevaba días sin dormir, lo cual se ajustaba mucho a la realidad...
-¿A qué hora vendrán a por él?- preguntó la prefecta.
-A las siete.
-¿A qué hora es el juicio?
-A las nueve.
Pasaron solo un par de minutos antes de que la joven Hermione Granger volviera a dirigirse a la cansada directora, esta vez el brillo de sus ojos estaba bien pronunciado y borraba cualquier rastro de cansancio, en esos segundos había decidido algo que para ella era importante.
-Me gustaría pedirle permiso para abandonar la escuela durante el tiempo necesario para ser testigo de la defensa.
Y tras concedérselo y ver como la joven desaparecía por un oscuro pasillo, sonrió de forma melancólica, porque su amigo Albus Dumblendore había tenido razón.

En el próximo capítulo...
<<Su cabeza era como una sala llena de gente con ideas totalmente opuestas gritándolas ferozmente, todos a una, sin ser oídos o dejar que otros lo fueran.>>

Info.

2 comentarios:

  1. pobre Draco!!! pobre Hermione debió sufrir mucho!!! pero al final él esta un poco mejor!! qué pasará en el juicio? que no manden a Draco a Azkaban! Hermione lo ayudará! y viviran felices por siempre XD jeje

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    1. Los finales felices son historias sin acabar... eso desde luego y bueno, yo siempre he pensando que los momentos difíciles es cuando nos damos cuenta de lo felices que hemos sido y podemos ser... Esto los ayudará, en cuanto al juicio: Mis labios están sellados, ya llegará el momento de saber.
      Gracias como siempre por leer y comentar, el próximo cap te lo dedico =)

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