domingo, 22 de abril de 2012

Capítulo 2: En carne propia. (DoP)

En el capítulo anterior...

-Yo soy tu hombre, Granger, yo soy tu hombre- contestó de forma lasciva.
-Malfoy, me llamo Hermione Malfoy y cuida tus formas conmigo- comentó ella en un siseo mientras su varita se clavaba en la piel del cuello de su acompañante.
-Sigues teniendo tu carácter de leona ¿eh? Seguro que el estúpido de Draco no te complace como mereces ¿No?- había burla en su voz, pero además había ira y lujuria.
-Bueno, necesito a un autentico hombre a mi lado- dijo coqueta, mordiéndose el labio inferior mientras guardaba su varita-. Necesito que mates a mi marido, necesito que mates a Draco Malfoy- culminó la joven con un sonrisa fría y malvada, dejando caer por fin lo que requería de su acompañante.

Capítulo 2: En carne propia.

El cielo estaba tan oscuro que si no hubiese sido por las farolas de la calle, probablemente hubiese necesitado conjurar un lumus para poder ver por dónde iba. Hacía frío, mucho más frío del habitual a finales de verano en Londres, pero estaba casi convencida que el frío solo se hallaba en mi mente, una mente que trabaja presurosa y nerviosa, casi igual que cuando montaba en escoba y miles de formas de caer pasaban ante mis ojos cerrados por los nervios, pero me obligué a mantener la cabeza erguida y los ojos bien abiertos, con aquel brillo malicioso que había aprendido a mostrar cuando los nervios me calcomian las entrañas y miré por un momento hacía el suelo mientras me recomponía, apreciando bien mis botines de piel de dragón que sobresalían al andar por entre la voluminosa falda negra, tan bonitos y lustrosos como el primer día, cuando Draco me los regaló, eso hizo que una sonrisa que trasformé en burla llenara mi rostro. Pero yo no quería botines, tampoco quería el dinero que el me daba, yo quería mucho, mucho más.
La verdad era que esperaba no encontrarme con ningún amigo o viejo conocido en aquel momento, porque puede que reconocieran en mi aquellos gestos altivos y propios de mi marido con preocupación, ya que obviamente no eran muy propios de una Gryffindor, aunque claro, Ginny, Luna, Harry y Ron hubiesen visto más allá y visto los nervios que hacían que mis manos temblaran ligeramente, casi tanto como cuando vi a Harry, hace años, enfrentándose a muerte contra Voldemort, aunque todo había cambiado mucho desde entonces, es probable que mi corazón se hubiese endurecido e incluso, ensombrecido durante los meses después a la guerra, dónde las pérdidas y el dolor se volvieron tan inseparables de mí como mi sombra, aunque un gran maestro en la frialdad había sido mi querido Draco, el cual me había enseñado a separar los sentimientos de la razón, a pensar con frialdad cuando la vida dependía de ello y aunque en mi juventud aquello me hubiese parecido horrible, ahora, a mis cercanos cuarenta años podía apreciar aquellas cualidades. Pero todo lo enseñado no podía evitar que mi leve temblor aumentara al notar todas aquellas miradas sobre mí, haciendo que me arrepintiera profundamente de llevar aquella escotada camiseta de color negro, la cual mostraba mucho más de lo que hubiese deseado y cuyo color negro resaltaba el blanco de la piel de mi cuello y escote, incluso favoreciendo el color de mis ojos, labios y cabellos. Aunque hacía años que había comprendido que realmente no era fea y podía resultar atractiva nunca me acostumbraría a que un hombre que no fuera mi marido me mirara de aquella manera, por lo que tuve que tomar aire y suspirar para prepararme para lo que me esperaba al tratar de seducir a aquel viejo amigo de mi marido, compañero de él en su época más oscura, cuando aquel tatuaje de su brazo tenía significado y poder. Aquel amigo que desechó cuando nos casamos, cuando él se casó con la asquerosa sangre sucia.

-¡Pero qué ven mis ojos...! Si pareces toda una Slytherin, Granger- exclamó el gorila de Goyle poniendo en alerta todos mis sentidos y haciendo que todos mis cabellos se erizaran ante la mención de mi apellido de soltera, rememorando aquellos momentos oscuros en mis años de estudiante y sobre todo en aquella sombría y nefasta guerra.
-No lo parezco, lo soy, Goyle- respondí sin mostrar mi miedo, dejando claro que si esperaba atemorizarme la llevaba clara, tenía un objetivo y ni el mismísimo Salazar Slytherin hubiese podido echarme atrás.
-Por lo que veo aprendiste bien del traidor de tu marido...- soltó el muy maldito, haciendo que mis dientes se apretaran hasta el borde del dolor, porque para mí Draco no era un traidor a la sangre como decían... Como lo llamaban por amarme.
-Verás- comencé de forma coqueta-, necesito a un hombre de confianza, tengo un trabajillo pero no puedo escoger a cualquiera para él, ya sabes, necesito a un mago fuerte y poderoso, que no tenga miedo, que sea lo suficientemente inteligente para ver la oportunidad que le ofrezco...- y con todo el asco de mi alma y un poco de bilis por la garganta, solté el dinero sobre la mesa exhibiendo mis pechos a su vista y tentándolo no solo con la voz, si no con mis gestos.
-Yo soy tu hombre, Granger, yo soy tu hombre- contestó de forma lasciva.
-Malfoy- respondí seca-, me llamo Hermione Malfoy- corroboré dejando claro a aquel imbécil quién era y lo orgullosa que estaba de ello- y cuida tus formas conmigo- dije en un siseo digno de mi marido, sacando mi varita y dejándola clavada en la piel de su cuello, tanto que sentía como tragaba forzosamente su saliva y así me gustaba verlo.
-Sigues teniendo tu carácter de leona ¿eh? Seguro que el estúpido de Draco no te complace como mereces ¿No?- Noté burla, ira y lujuria en su voz, pero solo sentí asco y repugnancia por él y una ira descontrolada por ver como hablaba de mi marido, pero en cierta forma risa al conocer lo equivocado de su comentario y saber que era el momento de dejar caer la bomba.
-Bueno, necesito a un autentico hombre a mi lado- solté fingiendo coquetería mientras mordía provocativamente mi labio inferior, mientras que a pesar de sentirme en territorio enemigo guardé mi varita-. Necesito que mates a mi marido, necesito que mates a Draco Malfoy- solté convencida y con una gran sonrisa al saber que mis planes saldrían a pedir de boca.

Todos estábamos allí, en el andén 9 ¾ para despedir a Lillian, pero sobretodo impacientes por ver lo que debía pasar, incluso Lillian se intentaba retrasar para poder ser testigo de ello, pero aun así y con toda su ira Slytherin subió al tren, haciendo que me preguntara si el sombrero había mandando correctamente a mi pequeña a Gryffindor, teniendo en cuenta que sus dos hermanos mayores eran unos Slytherin de apaga y vamonos, aunque como siempre decía Draco, su lado Slytherin solo salía a la luz en sus momentos de ira, mientras que Scorpion y Severus solían ser al revés, cuando la rabia les cegaba solían ser impulsivos, tan Gryffindor solía decir Draco. Pero lo importante es que Lillian no estuviera, no solo por el riesgo potencial que corría, si no porque eso significaría cien mocosos poniendo en riesgo nuestro plan y no estaba dispuesta a eso, por lo que suspiré con alivio cuando el tren comenzó con su traqueteo y se comenzó a alegar del andén, pero yo seguí allí plantada con mis hijos, saludando de forma un poco inquietante a Lili, con la escusa de que era su último año, mientras Draco miraba impaciente su busca mágico, del cual no se separaba porque tenía muuucho trabajo, pero por una vez eso era algo bueno, que lo mantenía distraído de nuestra mal disimulada expectación y entonces... todo comenzó.
Una sombra a lo lejos del andén se apareció, arrancando gritos de espanto y carreras como yo tenía previsto que pasaría con su capa negra y su máscara de mortífago. También como imaginé muchos sacaban sus varitas para intentar para su avance, aunque por suerte, ese inútil de Goyle sabía hacer algún que otro hechizo disuasorio... Sin víctimas le había dicho en nuestra reunión en el callejón Knockturn y así lo estaba cumpliendo, ganando terreno rápidamente, llegando en apenas un minuto a una distancia prudencial hacía ellos, dejándome admirar la cara de espanto de mi marido cuando comenzó a entender lo que ocurría, o eso creía él. Pero entonces el miedo me invadió de la misma forma que invadió el rostro de mis hijos... ¿Y si todo salía mal? Obviamente, era muy tarde para evitarlo, solo quedaba observar...

-Avada...- gritó Goyle, siendo interrumpido por el hechizo silencioso que lanzó mi marido, cayendo al suelo y haciendo que mi corazón se detuviera por unos segundos que parecieron años, porque todo el plan dependía de la velocidad de reacción de Draco... había sido rápido, muy rápido.
-¿Goyle?- Lo llamó él mientras observaba el cadáver del que había sido su amigo tirado en el suelo, con los ojos sin vida mirando al techo de la estación, muerto a manos de mi marido, el cual nos miraba a mis hijos y a mí, los tres muertos de miedo aún, pero sí, todo había salido bien.

En el próximo capítulo...

-Me estáis proponiendo que contrate a un asesino para que atente contra la vida de vuestro padre... No podeís estar hablando en serio- sentenció mirándonos inquisidoramente, cómo cuando misteriosamente uno de los libros de magia negra aparecía toqueteado y fuera de su sitio.
-Todo saldrá bien mamá, papá es un gran mago, rápido y bueno en duelos, sus días con el señor tenebroso de algo le sirvieron y desde luego la persona que tenemos pensada es lo suficientemente boba como para pensar en poder derrotarlo y exponerse a una muerte segura- explicó tranquilamente Severus.
-Me aterra la facilidad con la que habláis de atentar contra la vida de vuestro padre y de poner en peligro la vida de otras personas por vuestros propósitos...- dijo ella con tristeza-. Pero aceptaré con una condición- dijo tras una pausa-, que Lili hable conmigo del tema tras beber unas gotas de veritaserum.

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